Los topónimos, es decir, las denominaciones de los lugares, guardan secretos. Por esta razón, a la hora de investigar o de buscar respuestas en cualquier lugar, siempre hay que fijarse en cómo se llama, pues su nombre puede aportar importantes indicios sobre lo que allí sucedió. Esto es importante, ya que los topónimos suelen estar justificados, haciendo referencia a un suceso que, independientemente de su naturaleza, marcó al lugar y a sus habitantes.
Este es el caso del municipio de Los Santos de la Humosa. Esta pequeña localidad de nombre curioso se sitúa al este de la Comunidad de Madrid, prácticamente lindando con Guadalajara. El municipio cuenta con unas características ambientales y una amplia variedad de ecosistemas que han favorecido desde tiempos remotos la adaptación de una fauna diversa.
Migración desde Complutum
Para empezar con esta historia nos situamos en el siglo VI d.C., ya en época visigoda. Un siglo antes, la magnífica Complutum, la cual hoy conocemos como Alcalá de Henares, había perdido todo su esplendor con la intrusión del cristianismo en el centro peninsular.
El descubrimiento del enterramiento de los santos niños Justo y Pastor y el establecimiento de la residencia obispal fuera de la vetusta ciudad romana, causó la emigración de los pocos habitantes de Complutum hacia el nuevo centro neurálgico. En el siglo VI comenzaría la historia del misterio que voy a relatar, pues en aquella época tendría su origen la Imagen de la Humosa según las crónicas:
“El origen de esta imagen no consta, pero es muy probable que sea del siglo VI de la Era Cristiana; pues se sabe que la primera imagen entallada de la Santísima Virgen María que el Papa San Gregorio Magno envió a San Leandro por el año 590” (fragmento extraído de Historia de Los Santos de la Humosa).
Talla de la Virgen de la Humosa
Por tanto, estaríamos hablando de una talla regalada por el papa San Gregorio al arzobispo de Sevilla San Leandro. Aunque como indica la citada crónica, el origen de la Imagen no está claro. De hecho, no se ha encontrado ningún resto que permita establecer esta crónica como cierta. Aun así, si continuamos el rastro de esta historia, veremos rápidamente el clásico arquetipo histórico que se repitió una y otra vez durante aquella incipiente y devota Edad Media a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Los visigodos, acosados y presionados por el recién venido pueblo árabe en el siglo VIII, escondieron sus tallas y otros objetos sagrados para que no fuesen mancillados por los herejes. Reliquias que, posteriormente, durante la Reconquista de los reinos cristianos, protagonizarían multitud de milagros moralizantes y reivindicativos de la superioridad de la tradición cristiana. En Madrid tenemos un caso paradigmático: el de la Virgen de la Almudena. Aunque no es el único, como veremos a continuación.
Según la leyenda, en el siglo XI, unos pastorcillos encontraron una imagen de la Virgen escondida siguiendo las directrices de la misma. Aunque existe una variante de esta historia más mística si cabe, según la cual unos pastorcillos habrían tenido la citada epifanía tras haber encendido una pequeña hoguera empleando unas zarzas, momento en el que la Virgen se habría aparecido ante los jóvenes entre el humo de la fogata.
Origen de “la Humosa”
He aquí, por tanto, el origen del topónimo “la Humosa”, un milagro que caló profundamente en los aldeanos de esta zona. Sin embargo, esta historia es más enrevesada de lo que parece. Según varios historiadores, el término Humosa sería anterior al milagro acontecido en época de la Reconquista, aunque la aparición mariana ayudó a fijar el topónimo.
Según esta hipótesis, el origen del término Humosa lo hallamos en época romana, y provendría del latín fumosus, esto es, “lo que desprende humo”, aludiendo a la bruma procedente del Henares que suele cubrir estos parajes. Muchos dicen que con este término se estaría haciendo alusión a una diminuta villa, de origen dudoso (se discute si romano o quizás visigodo), no muy alejada de Complutum y conocida como La Jumosa o Fumoso.
Estaba situada en la orilla oriental del Henares y estuvo activa varios siglos. Su despoblamiento y desaparición se produjo entre los siglos XI-XII, aunque a lo largo del siglo XIII, cuando las tensiones bélicas se hubieron relajado, la zona se volvió a poblar. Es a partir de entonces cuando se establece la otra mitad del topónimo de la villa.
Origen de “Los Santos”
De nuevo, el origen de “Los Santos” tampoco está claro y se sopesan varias teorías. Por un lado, existe la creencia de que el germen del topónimo es una confusión, ya que, originalmente, la villa se llamaba Los Altos de la Humosa por haberse establecido en el cerro. A fin de cuentas, sería sencillo confundir a lo largo de la historia “Los Altos” con “Los Santos” por su relativa homofonía.
Esta versión fue sostenida en el siglo XVIII por el cura del pueblo Antonio Andrés Esteban. Además, la denominación de “Los Altos de la Humosa” también aparece en el diccionario geográfico de Sebastián Miñano (s. XIX).
Otra versión, más arraigada en la tradición y entroncada en la devoción popular, es aquella que considera que el nombre de Los Santos está estrechamente relacionado con los Santos Niños Justo y Pastor, patrones de Alcalá de Henares. Estos hermanos fueron martirizados y ejecutados en el siglo IV en Complutum por negarse a abjurar de sus creencias.
Por último, otra opción plausible es aquella que relaciona el topónimo con el establecimiento entre los siglos XIII y XIV de varios ermitaños en las cuevas de la región. Estas personas eran consideradas santos por la gente de la zona, ya que eran autores de diversos milagros y eran respetados por la comunidad.
Aunque su presencia está más sólidamente demostrada en otras poblaciones del valle del Henares, lo más probable es que también se alojasen en las cavidades naturales de Los Santos y alrededores. De hecho, así se atestigua en las Relaciones Topográficas de Felipe II, donde se relata la biografía de un tal San Pedro, uno de estos ermitaños cuyos restos se guardaban en la iglesia local.
A partir de todo lo expuesto, se puede observar la gran cantidad de información que puede extraerse de un topónimo. Es una herramienta realmente efectiva para trazar la biografía de un lugar y de sus gentes, así que merece la pena detenerse en las denominaciones de los sitios y escrutarlos con profundidad e interés.