No es raro que los focos de la prensa rosa apunten hacia Mónaco. Desde los tiempos de Grace Kelly, la elegancia y el misterio que envuelven al principado han captado la atención mundial. Pero ahora, la figura que está empezando a eclipsar al resto no lleva corona, aunque sí apellidos ilustres: Pierre Casiraghi.
Este fin de semana, el hijo menor de la princesa Carolina ha sido protagonista en el E-Prix de Fórmula E. No por su afición a los motores, conocida desde hace años, sino por la imagen impecable que proyectó durante la ceremonia de entrega de trofeos. Su presencia, vestimenta y actitud lo colocaron una vez más como heredero natural del glamour que alguna vez encarnó su abuela Grace Kelly.

Sin embargo, detrás del brillo de los flashes, hay una preocupación que empieza a hacer ruido en las paredes del Palacio de los Príncipes. Según fuentes cercanas a la familia, el príncipe Alberto y su esposa, Charlene, estarían valorando con cierta inquietud el creciente papel mediático de Pierre.
Su sobrina Carlota también ha sido habitual en la prensa del corazón. En el caso de Pierre la situación se está volviendo más visible en el plano institucional.
El detonante más reciente no fue solo su exposición en la Fórmula E. Semanas atrás, su ausencia en el Baile de la Rosa, uno de los eventos más icónicos del principado, generó una ola de rumores. La cita, organizada por su madre Carolina, es símbolo de unidad familiar y compromiso con la imagen pública del Principado. Pierre, en cambio, prefirió centrarse en su preparación para la Admiral’s Cup, una importante competición de vela en Reino Unido.

Aunque su esposa, Beatrice Borromeo, sí asistió al evento junto a Carlota Casiraghi, la ausencia del empresario y navegante fue leída por algunos como un gesto de distanciamiento. A ojos del público podría parecer menor, pero dentro del núcleo real ha generado interrogantes.
El sobrino de Alberto de Mónaco, cada vez más famoso
Pierre, de 37 años, nunca ha ocupado el centro de la escena institucional. A pesar de tener derechos sucesorios, no ostenta títulos nobiliarios ni muestra interés en las funciones tradicionales de la familia.
Su vida ha estado más enfocada en sus empresas, la navegación y causas medioambientales. Muchos recuerdan su travesía con Greta Thunberg en 2019 para cruzar el Atlántico en una embarcación libre de emisiones.
Sin embargo, lo que parece una vida alejada de la política palaciega está tomando un giro inesperado. La popularidad de Pierre y su esposa está provocando un cambio en la percepción de quién representa hoy el espíritu de la familia Grimaldi.
Desde el entorno más conservador de la Casa Real, algunos consideran que este protagonismo podría desdibujar la figura institucional de Alberto. El monarca ha optado en los últimos años por una imagen más austera. Además, Charlene, que ha estado en el centro de muchas especulaciones sobre su salud y presencia pública, ve cómo la prensa desvía el foco hacia otros miembros de la familia.
Por ahora no hay señales de ruptura interna. Pero en Mónaco todos observan con atención. Pierre Casiraghi no quiere un papel principal, pero su magnetismo, heredado de su abuela, lo está llevando sin querer al centro del escenario.