Casi un mes antes de que los mellizos de Charlene y el príncipe Alberto cumplan 10 años, la princesa ha hablado sobre sus hijos. En una entrevista, Charlene ha dejado a entrever detalles inéditos sobre cómo maneja su papel de madre en medio del foco mediático. La princesa monegasca, siempre reservada, comparte ahora reflexiones que muestran una faceta más cercana y humana.
Tras los persistentes rumores sobre una supuesta crisis con el príncipe Alberto, Charlene de Mónaco ha decidido hablar públicamente. Las recientes polémicas en torno al hijo extramatrimonial de su marido también han aumentado la atención mediática. Por ello, la princesa ha considerado que es el momento adecuado para compartir su felicidad familiar.

La dualidad de Jacques y Gabriella
Jacques y Gabriella muestran personalidades muy distintas, lo que ha llamado la atención de su madre, la princesa Charlene. Mientras Gabriella es extrovertida y curiosa, siempre atenta a todo lo que ocurre a su alrededor, Jacques tiende a ser más reservado y observador. Esta diferencia ha permitido que ambos desarrollen sus propias fortalezas desde pequeños.
Charlene ha explicado que adapta su educación según el carácter de cada uno. Prefiere hacer las cosas “poco a poco y sin forzar”, evitando exponerlos demasiado, pero enseñándoles a entender su rol dentro de la familia real. Así, los mellizos aprenden a involucrarse en actividades oficiales cuando están preparados y a valorar su responsabilidad como miembros del Principado.
La princesa también destaca que sus hijos ya son conscientes de lo que ocurre a su alrededor. Aunque aún no comprendan todo, pueden ver noticias y hablar sobre ellas en el colegio. Para Charlene, esta educación gradual y respetuosa les permite crecer con seguridad y confianza, equilibrando su vida privada y pública.

El vínculo especial con Jacques
Charlene ha explicado la importancia de pasar tiempo a solas con su hijo mayor. “Paso tiempo a solas con mi hijo Jacques porque las conversaciones que puedo tener con Jacques y las que tengo que Gabriella son muy diferentes. Es muy maduro”, revela. Esto permite a la monarca profundizar en la relación con él y conocer sus pensamientos más íntimos.
La princesa valora la sensibilidad y la observación de Jacques, cualidades que lo hacen destacar en comparación con su hermana. Asegura que su hijo tiene una manera muy calmada de enfrentarse a las situaciones, lo que le permite reflexionar antes de actuar. Esta madurez la sorprende y la llena de orgullo como madre.
Charlene también ha destacado que estas conversaciones privadas fortalecen su vínculo y le permiten apoyar mejor su desarrollo. Considera que cada momento juntos es valioso para transmitirle confianza y guía. Para la princesa, el tiempo compartido con Jacques es una oportunidad para educar y comprender al joven heredero.

Charlene de Mónaco ha demostrado que, pese a los desafíos personales y familiares, su prioridad sigue siendo el bienestar de sus hijos. Con paciencia y dedicación, la princesa logra equilibrar la vida pública y privada, fomentando la madurez y curiosidad de Jacques y Gabriella. Su sinceridad refleja no solo el amor por su familia, sino también su compromiso en formar a sus hijos con valores sólidos.