La Noche de San Juan, con su magia y tradición, es una cita esperada en muchos rincones del mundo. También en Mónaco, donde la familia principesca volvió a demostrar su cercanía con los ciudadanos desde el icónico balcón del Palacio.
Sin embargo, lo que debía ser una velada marcada por la alegría, el folclore y las sonrisas terminó teniendo como inesperada protagonista a la pequeña Gabriella de Mónaco. Su gesto serio no pasó desapercibido.

Charlene de Mónaco ya no puede ocultar la verdad sobre su hija
El príncipe Alberto, acompañado por la princesa Charlene y sus hijos Jacques y Gabriella, presidió un espectáculo de danza protagonizado por niños ataviados con trajes típicos del Principado. Además, el ambiente festivo se coronó con una gran hoguera en la plaza.
La princesa Charlene, muy elegante con un vestido azul marino de Akris, mostró una imagen relajada y simpática, reflejo de su buena etapa personal. Sin embargo, fue la actitud de su hija lo que más captó la atención del público y los medios.

A sus diez años, Gabriella suele destacar por su desparpajo y saber estar. No obstante, en esta ocasión, su expresión seria y su escasa participación sorprendieron. Mientras Jacques se mostraba alegre y cercano, su hermana permanecía distante.
Gabriella permaneció con los brazos cruzados y sin apenas gestos de complicidad con los presentes. Incluso, en algunos momentos, dirigía miradas cansadas a su madre, lo que hizo que Charlene, atenta como siempre, se agachara para hablar con ella y tratar de reconfortarla.
Pese a los esfuerzos de su madre por integrarla en el ambiente festivo, Gabriella apenas esbozó una sonrisa. Una actitud que muchos interpretan como algo puntual, teniendo en cuenta su madurez habitual.
Todos hablan de la princesa Gabriella
"Gabriella es muy curiosa y está muy intrigada por el mundo y la vida en general. Hace muchas preguntas y exige mucha atención. En cuanto a Jacques, es curioso y observador, pero más reservado, es muy tranquilo por naturaleza", explicaba recientemente la princesa en una entrevista.
Alberto y Charlene de Mónaco coinciden en que preparar a sus hijos para el futuro del Principado es un reto complejo. "Como todos los demás padres, estamos un poco ansiosos pensando en los próximos años. Ya podemos imaginar a qué estarán expuestos...", confesaba Charlene.
Aun así, queda claro que la princesa y el príncipe de Mónaco forman un sólido equipo. Están dispuestos a guiar a sus hijos con afecto, paciencia y un compromiso absoluto con su bienestar.