Donald Trump ha regresado al Reino Unido para iniciar su segunda visita de Estado, un acontecimiento que ha reunido a la realeza británica y ha despertado un enorme interés mediático. La expectación era máxima tanto por los gestos diplomáticos como por las reacciones sociales, en un país donde su figura sigue generando división. El castillo de Windsor se convirtió en el escenario central de la jornada.
El rey Carlos III y la reina Camila fueron los encargados de dar la bienvenida oficial al presidente de Estados Unidos. A su lado, los príncipes Guillermo y Kate acompañaron la ceremonia en la que se mezclaron tradición, discursos solemnes y manifestaciones de rechazo. En este contexto protocolario se produjo un instante inesperado que no tardó en acaparar titulares.

Una visita con ambiente solemne y protestas en Londres
La ceremonia oficial comenzó con la llegada del helicóptero Marine One a los jardines de Windsor. Allí aguardaban Guillermo y Kate para recibir a los Trump, en un gesto que reforzó la importancia de la relación entre ambos países. Desde el primer momento, la cobertura mediática fue intensa y cada movimiento se convirtió en noticia.
Sin embargo, el clima en las calles de Londres fue muy distinto al de la solemnidad del castillo. Miles de personas se manifestaron contra la presencia del presidente estadounidense, exhibiendo pancartas con mensajes como “No al racismo” o “Stop Trump”. La policía confirmó varias detenciones tras incidentes relacionados con proyecciones críticas en la fachada del castillo.
El propio Carlos III aprovechó su discurso para elogiar la cooperación entre Estados Unidos y Reino Unido en defensa y seguridad. Destacó la importancia de trabajar de forma conjunta en un contexto internacional marcado por tensiones. Trump, por su parte, insistió en que ser recibido en Windsor era “uno de los mayores honores” de su vida.

El inesperado comentario a la princesa de Gales
El momento más sorprendente de la visita se produjo nada más comenzar el saludo ceremonial. Al bajar del helicóptero, Trump se dirigió a Kate Middleton con un comentario espontáneo que rompió la rigidez del protocolo. “Eres hermosa, muy hermosa”, pronunció el presidente ante la mirada de los presentes.
Catalina respondió con una sonrisa y mantuvo la compostura, aunque la escena fue rápidamente recogida por los medios internacionales. La naturalidad con la que se produjo la frase contrastó con la solemnidad de la jornada, lo que aumentó su impacto mediático. Para muchos, el episodio reflejó la capacidad del político para generar titulares inesperados.
La anécdota eclipsó en parte los discursos oficiales y los temas diplomáticos que estaban en la agenda. Lo que debía ser un saludo formal se transformó en un instante viral que recorrió redes sociales y titulares en todo el mundo. La princesa de Gales volvió a demostrar su habilidad para mantener la elegancia en situaciones imprevistas.

Una agenda marcada por la diplomacia y la expectación
Más allá del comentario anecdótico, la visita continuó con un programa diseñado para reforzar la relación bilateral. Tras el almuerzo en Windsor, Trump y los monarcas británicos visitaron la tumba de Isabel II en la capilla de San Jorge. Por la noche, estaba previsto un banquete de Estado con la presencia de ministros y miembros destacados de la familia real.

El discurso de Carlos III puso el foco en la importancia de mantener alianzas sólidas en defensa y cooperación internacional. El presidente insistió en la fortaleza de la relación histórica entre los dos países. Ambos remarcaron la necesidad de trabajar unidos en un contexto internacional complejo.
La agenda se completó con el desplazamiento a Chequers, residencia de campo del primer ministro Keir Starmer. Allí, Trump mantuvo una reunión centrada en temas económicos y de política internacional antes de regresar a Estados Unidos. La visita dejó tras de sí una mezcla de gestos diplomáticos, protestas sociales y un comentario inesperado que acaparó toda la atención mediática.

