En 2020, el príncipe Harry tomó una decisión sin precedentes al anunciar que dejaría de formar parte de la familia real británica de manera oficial. Ese mismo año, comunicó que él y su mujer, Meghan Markle, se trasladarían a vivir a Estados Unidos en busca de una nueva vida lejos del foco mediático. Por aquel entonces, la pareja tenía un hijo pequeño, y un año después, aumentaron la familia con el nacimiento de su segunda hija.
Desde entonces, la salida del matrimonio ha provocado una enorme polémica en Reino Unido y en todo el mundo. No solo se habló del cambio de residencia, sino también de las críticas públicas y duras que ambos hicieron contra la monarquía. Sus movimientos siguen siendo objeto de análisis constante en los medios de comunicación y en programas especializados sobre la familia real.
A pesar de todo el ruido mediático y las tensiones familiares, existen algunas teorías que apuntan a un posible acercamiento entre Harry y sus familiares. Sin embargo, un experto en realeza señala que hay razones profundas que impiden que la Casa Real perdone completamente a Harry. Estas razones están estrechamente relacionadas con el legado y el sentimiento de la reina Isabel II.
El dolor de Isabel II nunca se mostró en público
La reina Isabel II vivió sus últimos años enfrentándose a un dolor personal que pocas veces se mostró en público. En 2021, Harry y Meghan concedieron una entrevista en un programa estadounidense donde realizaron duras críticas hacia algunos miembros de la familia real. Estas declaraciones ocurrieron apenas meses antes del fallecimiento de la monarca en septiembre de 2022, marcando para siempre su relación con su nieto.
El experto en realeza Phil Dampier ha explicado que para Isabel II, el legado de la monarquía era su prioridad absoluta. Ella dedicó toda su vida a garantizar la estabilidad y el éxito de la Corona y de la Commonwealth. Ver cómo surgían escándalos familiares y cómo Harry y Meghan abandonaban sus responsabilidades fue, para ella, una experiencia profundamente dolorosa.
Además, Dampier señala que lidiar con estas dificultades mientras atravesaba la pérdida de su marido fue especialmente desgarrador para la reina. Todo esto pudo haber sido una de las causas principales para que la familia real mantenga una postura poco conciliadora hacia Harry y Meghan. A pesar de ser una mujer muy pragmática, Isabel II también fue una abuela que quería mucho a su nieto.
Un futuro incierto, lejos de una posible reconciliación
A pesar de la tensión familiar, la relación entre Isabel II y el príncipe Harry solía ser muy cercana y afectuosa. Según Dampier, ambos eran dos de los miembros más queridos y populares dentro de la familia real. La reina tenía grandes planes para que Harry y Meghan fueran embajadores clave en la representación de la Corona alrededor del mundo.
Isabel II esperaba que la pareja viajara por todo el mundo, fortaleciendo la imagen de la monarquía y la Commonwealth. Ella confiaba plenamente en que harían un trabajo excepcional y serían un apoyo fundamental para la institución. Sin embargo, Meghan Markle aparentemente tenía otros planes personales que no incluían seguir formando parte activa de la familia real.
Esta diferencia de expectativas y objetivos personales abrió una brecha que con el tiempo se hizo insalvable. La salida del matrimonio y las posteriores revelaciones en medios y libros provocaron un distanciamiento difícil de superar. Según el experto, el rol de Meghan fue crucial para que la relación con la monarquía se deteriorara de manera tan profunda.
Desde el momento en que Harry y Meghan dejaron oficialmente sus roles reales, la relación con la familia ha estado marcada por la distancia. Los últimos acontecimientos en la Casa Real, incluidos problemas de salud como el cáncer del rey Carlos III y de Kate Middleton, no han generado un acercamiento visible entre ellos. La brecha familiar sigue abierta y sin indicios claros de reparación.
Las visitas de Harry a Reino Unido han sido esporádicas y generalmente de corta duración, con escasos encuentros familiares. La prensa británica ha informado que sus encuentros con miembros de la realeza suelen ser muy limitados o incluso inexistentes. Esto refuerza la idea de que el distanciamiento se mantiene y que, por ahora, no hay voluntad real de reconciliación.
Mientras tanto, Harry y Meghan siguen centrados en construir su vida en Estados Unidos, alejados del papel tradicional que desempeñaban. Cada uno de sus movimientos continúa siendo escrutado con atención por la opinión pública y la prensa. Por el momento, la relación con la monarquía británica parece marcada por la distancia y la falta de diálogo.