La princesa Estefanía, hermana de Alberto de Mónaco, por fin ha superado los problemas que la distanciaban de su familia. Durante años fue la díscola de la familia y la que más polémicas y titulares acaparaba. En comparación a su hermana Carolina, la princesa Estefanía representaba todos los valores negativos que le podían atribuir a un miembro de la realeza.
Esa rivalidad entre ellas marcó la vida de la princesa para siempre hasta que ha logrado librarse de ese yugo. Según Lara Ferreiro, experta psicóloga, la hermana menor de Alberto de Mónaco ha aprendido a vivir con su rol dentro de su familia.

La princesa Estefanía le da una alegría a Alberto de Mónaco
La princesa Estefanía, conocida como la “princesa rebelde”, a sus 60 años ha dejado de ser el centro de atención del Principado de Mónaco. La hermana menor de Alberto de Mónaco sufrió, durante años, lo que los expertos denominaron “el síndrome de la segundona”. No ostentaba un cargo lo suficientemente llamativo como el resto de sus hermanos, Alberto y Carolina.
De ahí su carácter díscolo que le llevó a copar sonoros escándalos en la prensa tanto nacional como internacional. No obstante, a día de hoy, la gran noticia sobre la princesa Estefanía es que ha superado esa rivalidad familiar. Sobre todo, la que afectaba directamente a su hermana Carolina, con quien siempre ha mantenido un “conflicto permanente”.

Tras analizar su trayectoria, la psicóloga Lara Ferreiro y otros expertos, aseguran que la paz ha llegado al reinado de Alberto de Mónaco. “Ya no compiten, ya no luchan, simplemente cada una convive en su papel”, cuenta Ferreiro.
Durante años ambas hermanas mantuvieron una relación helada, con distanciamiento, apenas compartiendo eventos familiares y evitando encuentros en actos oficiales dentro del Principado de Mónaco. Carolina, como hija mayor, se ajustó al protocolo y las obligaciones reales, mientras Estefanía buscó romper normas para construir una identidad propia.
Según Ferreiro, esa distancia no representaba rechazo activo, sino más bien silencios y juicios internos que congelaron el vínculo fraternal entre ellas ambas. Con el paso del tiempo, la princesa Estefanía optó por reducir considerablemente su implicación con la institución. Optó por dedicarse a causas sociales sin la presión de representar un papel en el Principado.
Alberto de Mónaco fue el gran apoyo de la princesa Estefanía
Mientras la relación entre la princesa Estefanía y Carolina se enfriaba, con Alberto de Mónaco fue totalmente diferente. Quizás porque a ambos les unían los escándalos, recordemos los hijos ilegítimos que Alberto tuvo fuera de su matrimonio.
Sea como fuere, Estefanía encontró en su hermano Alberto un apoyo protector sincero: “Hay una base de afecto genuino”, apunta Ferreiro. Sin embargo, esto no impidió que el príncipe soberano también tuviera sus más y sus menos con su hermana pequeña. Ni él ni Carolina llegaron a entenderla y esto provocó una brecha entre ellos.

No ha sido hasta ahora cuando, por fin, la relación entre la princesa Estefanía y sus hermanos se ha restaurado. Si bien siempre habrá entre ellos diferencias, en la actualidad “ese vínculo es más fluido y sí que hay espacios de afectos”.
No obstante, siguen siendo escasas las imágenes de complicidad entre ellos, lo que muestra que el vínculo fraternal es muy delgado. Por ejemplo, Carolina no acudió al bautizo de la nieta de Estefanía, Victoire, lo que avivó los rumores de distanciamiento.
Sin embargo, sí se ha apreciado un acercamiento entre la princesa Estefanía y la mujer de Alberto de Mónaco, Charlene. El apoyo de Charlene ofrece a Estefanía un vínculo complementario y sólido, sin necesidad de recurrir a su hermana mayor, institucionalmente distante. A la vez que refuerza los lazos con Alberto, con quien siempre se ha sentido más cercana.