En el Reino Unido, cada decisión vinculada a Guillermo y Kate despierta interés mediático. El futuro heredero al trono y su esposa están bajo el foco permanente, tanto por sus compromisos institucionales como por su vida cotidiana.
En este contexto, un nuevo comunicado de Kensington Palace ha desatado una fuerte discusión pública. Lo que parecía un simple ajuste familiar, se ha convertido en una polémica que involucra a vecinos, instituciones y seguidores de la monarquía británica.

Una mudanza que marca un cambio de tradición
El príncipe Guillermo y Kate Middleton preparan su mudanza a Forest Lodge, una residencia de ocho habitaciones situada en Windsor Great Park. El traslado responde inicialmente a las obras de renovación de la residencia actual, aunque la pareja ha decidido instalarse allí de forma permanente. La elección refleja su deseo de criar a sus hijos en un entorno más estable y alejado de la rigidez de los palacios tradicionales.
Forest Lodge reemplazará al actual Adelaide Cottage, la residencia en la que los príncipes de Gales han vivido durante los últimos años. La mudanza no está libre de polémica, pues conlleva transformaciones significativas en el acceso público a Windsor Great Park. Este cambio residencial, presentado como una decisión familiar, ha abierto un intenso debate sobre el equilibrio entre tradición real y vida privada.

Las quejas de los vecinos por las restricciones
La decisión de blindar la seguridad en torno a Forest Lodge ha generado un profundo malestar entre los residentes de la zona. Se ha establecido una zona de exclusión de 60 hectáreas y un perímetro de 3,7 kilómetros, lo que ha implicado el cierre de accesos habituales.
Uno de los aparcamientos más utilizados y una de las entradas principales al parque han quedado fuera de servicio. Vecinos que durante décadas habían paseado a sus perros o practicado deporte en la zona se sienten desplazados. Muchos califican la medida como una “patada en los dientes”.

Seguridad reforzada y nuevas críticas a Kate
Un comunicado reciente de Kensington Palace confirmó un nuevo refuerzo de seguridad en Forest Lodge. Entre las medidas destacan cámaras de circuito cerrado, vallas de gran tamaño y señalización disuasoria que limitará el acceso a la residencia. Además, el perímetro queda protegido bajo la Ley SOCPA de 2005, que regula la seguridad en propiedades de la Corona.
Según fuentes cercanas, estas decisiones responden a la petición expresa de la princesa de Gales para reforzar la privacidad de sus tres hijos. Kate Middleton habría insistido en garantizar un entorno estable y seguro para George, Charlotte y Louis, evitando cualquier intromisión externa. Kensington Palace presentó las medidas como una cuestión de seguridad familiar, aunque la gestión comunicativa resultó polémica.
Los vecinos han criticado con dureza a Kate Middleton por impulsar unas medidas que consideran excesivas y alejadas de su imagen pública. Varios residentes señalaron que la princesa proyecta un perfil de cercanía con el pueblo, contradicho por las restricciones impuestas en Windsor. Para algunos analistas, la situación evidencia la dificultad de equilibrar la seguridad real con la percepción ciudadana.

