La familia del príncipe Guillermo esperaba encontrar en Forest Lodge el refugio ideal para criar a sus hijos, pero la realidad ha resultado muy diferente. Aunque el entorno natural y la privacidad prometida parecían garantizar tranquilidad, una serie de complicaciones ha ensombrecido la mudanza.
Lo que debía ser una nueva etapa llena de ilusión se ha visto marcada por conflictos externos. La princesa Charlotte, en especial, se ha convertido en el centro de atención involuntaria de un problema que inquieta cada vez más al príncipe Guillermo.

Vecinos en pie de guerra por la mudanza real
La futura mudanza de Guillermo y Kate a Forest Lodge ha causado más revuelo del esperado. Aunque en principio los vecinos reaccionaron con curiosidad, pronto las primeras quejas comenzaron a llegar a causa de las obras de remodelación en la finca. El constante ruido y el movimiento de trabajadores no han pasado desapercibidos.
Con el paso de los días, la preocupación de los residentes ha ido creciendo. La llegada de una familia tan mediática ha hecho temer por la pérdida de tranquilidad en esta zona boscosa. Forest Lodge, situada en el Parque Residencial Cranbourne Hall, no ofrece la misma privacidad que Adelaide Cottage, su actual vivienda.
Algunos residentes se han mostrado comprensivos, pero cautos. “Les doy la bienvenida, pero espero que los turistas les permitan vivir tranquilamente”, confesó Jean Reeve, una vecina de 87 años, al Daily Mail. El temor principal es que el nuevo entorno se vea invadido por turistas, fotógrafos y medios de comunicación.

Guillermo, cada vez más preocupado por Charlotte
En medio de este clima de tensión, el príncipe Guillermo estaría especialmente inquieto por el impacto que esta situación puede tener sobre sus hijos. Aunque planean mudarse a Forest Lodge antes de fin de año, la creciente exposición pública inquieta al príncipe Guillermo y su familia.
La princesa Charlotte, con solo 10 años, está en una etapa clave de su desarrollo personal. Sus padres han intentado siempre mantener su vida lo más normal posible, pero este cambio de residencia podría exponerla más de lo previsto. La preocupación del príncipe Guillermo va más allá de la seguridad física: teme por la estabilidad emocional de su hija.
Para proteger a Charlotte y a sus hermanos, se han tomado algunas decisiones drásticas. Según People, ni los escoltas ni el personal doméstico vivirán con ellos en la finca. La privacidad será una prioridad absoluta, aunque eso signifique limitar al máximo el número de personas en la residencia.

Una casa reformada con medidas extremas de seguridad
Forest Lodge está siendo reformada a fondo antes de la llegada de los príncipes. Las obras incluyen importantes medidas de seguridad, como una valla metálica perimetral, entre otras instalaciones pensadas para proteger a la familia. Todo ello se financia con el presupuesto privado de Guillermo y Kate.
Sin embargo, incluso con estas precauciones, los vecinos siguen dudando de que el lugar sea el más adecuado. La diferencia con su actual hogar es notable, y eso ha alimentado aún más la incertidumbre en la zona. “Aquí no están tan resguardados como en Adelaide Cottage”, comentan desde el vecindario.
Además, el hecho de que la niñera y el personal se alojarán en propiedades cercanas, y no dentro del recinto, ha generado comentarios sobre la capacidad de reacción ante cualquier eventualidad. La tensión parece lejos de desaparecer, justo cuando la mudanza ya es inminente.