La tensión internacional que sacude Oriente Medio ha puesto en alerta al entorno de la infanta Elena. La situación de su hijo Froilán, que reside en Abu Dabi desde hace más de un año, preocupa profundamente a sus allegados. El hermetismo que envuelve su día a día y la falta de información detallada desde Emiratos han intensificado las alarmas dentro de la familia Borbón.
Ni desde Zarzuela ni desde su entorno directo se ofrecen declaraciones públicas, pero el nerviosismo es evidente. Las conexiones familiares con el rey Juan Carlos, también instalado en Abu Dabi, no son suficientes para disipar las dudas. La Casa Real ha optado por guardar silencio, lo que no ha hecho más que alimentar la inquietud.

Los últimos movimientos geopolíticos han aumentado la tensión. El conflicto entre Irán y Estados Unidos, junto con las hostilidades en la región del Golfo, ha generado un clima de inestabilidad. Abu Dabi, pese a su apariencia de oasis moderno, se encuentra a pocos cientos de kilómetros de zonas altamente conflictivas.
La infanta Elena, muy unida a su hijo, evita mostrar preocupación en público, pero sus allegados admiten su desasosiego. Aunque Froilán ha dado pasos para reconducir su vida, su madre es consciente de los riesgos del entorno en el que vive. La distancia y la falta de control sobre la situación contribuyen al malestar.
La Casa Real no habla de Froilán
A pesar de que su abuelo permanece a su lado, no se trata de un territorio exento de tensiones. Emiratos Árabes Unidos mantiene relaciones diplomáticas complejas con Irán, lo que convierte la zona en una posible línea de fuego. En este contexto, cualquier movimiento militar o político podría tener consecuencias directas sobre la vida de quienes allí residen.
Algunos analistas señalan que la falta de declaraciones oficiales no hace más que aumentar las sospechas. En especial, porque la Casa Real se ha mantenido muy reservada desde el inicio de la escalada militar en la región. No se han emitido comunicados, ni tampoco se han hecho públicas llamadas de atención diplomáticas, lo que alimenta aún más el misterio.

La marcha de Froilán a Abu Dabi se produjo en un momento clave para él. Su vida en Madrid estaba marcada por polémicas y una proyección profesional poco clara. Las salidas nocturnas, los escándalos con amigos y los enfrentamientos con la prensa habían convertido su imagen pública en un problema para la institución.
Por ese motivo, siguiendo el consejo de su madre y el impulso de su abuelo, decidió comenzar una nueva etapa lejos de España. En Emiratos, encontró un entorno discreto y protegido, ideal para pasar desapercibido y alejarse de los focos. Allí se integró en un equipo de trabajo vinculado a eventos institucionales y representación, donde aseguran que ha mostrado compromiso y madurez.
Última hora sobre Froilán
A mediados de mayo, Froilán reapareció en Madrid de forma discreta. Su regreso coincidió con un momento de cierta calma en el tablero internacional, lo que permitió un viaje sin sobresaltos. Estuvo con su familia, salió con amigos y se dejó ver brevemente por algunas zonas del centro de la capital.

Varias cámaras captaron su presencia y le lanzaron preguntas sobre su vida en Abu Dabi, sin obtener respuesta. Se mostró sonriente, pero esquivo, dejando sin aclarar los motivos concretos de su visita ni sus planes de futuro. Su estancia fue breve, pero suficiente para desatar rumores sobre su situación personal.
Al poco tiempo de su regreso a Emiratos, estalló la nueva ola de tensión entre Estados Unidos e Irán. Desde entonces, no se le ha vuelto a ver en público ni se han producido nuevas visitas a España. Esta coincidencia temporal ha aumentado la preocupación sobre su seguridad y su bienestar emocional.
La ausencia de declaraciones oficiales contrasta con el creciente malestar entre los allegados a la infanta Elena. Algunas fuentes cercanas a su entorno afirman que ella intenta mantener la calma, pero no oculta su temor por las circunstancias actuales. La inestabilidad internacional, unida al aislamiento comunicativo de Abu Dabi, ha creado una sensación de vulnerabilidad.
Froilán, por su parte, parece decidido a mantener su nueva vida lejos del ruido mediático. Pero el hermetismo que le rodea dificulta cualquier evaluación objetiva de su estado real. Ni siquiera se sabe si mantiene contacto fluido con el resto de su familia o si ha considerado volver a España en el corto plazo.