Una mujer y dos niños corren tomados de la mano en un parque soleado mientras en la esquina inferior izquierda aparece un recuadro con el rostro de Álvaro Bilbao y un icono de advertencia.

Álvaro Bilbao, psicólogo: 'La clave con tus hijos en verano es demostrar una cosa'

El psicólogo infantil Álvaro Bilbao revela qué actitud puede marcar la diferencia con los hijos durante las vacaciones

El verano puede convertirse en un campo minado emocional si no se gestiona con cabeza. El psicólogo infantil Álvaro Bilbao ha explicado cuál es la actitud más importante que deben adoptar los padres durante esta época. En un vídeo reciente en Instagram, ha dejado muy claro qué es lo que realmente marca la diferencia en la convivencia con los hijos en vacaciones.

En sus palabras, la clave con los hijos en verano no está tanto en los planes o en el número de actividades, sino en una actitud concreta de los adultos. Según Bilbao, lo más determinante es demostrar serenidad ante los momentos difíciles, incluso cuando los niños se desbordan. Mostrar calma no significa reprimir emociones, sino saber manejarlas sin entrar en un bucle de gritos o desesperación.

Niña lanzando su mochila al aire dentro de un salón iluminado por la luz del sol
Cuando terminan las clases, empieza el verdadero reto | Pexels

El reto de los padres en las vacaciones de verano

Durante las vacaciones, la rutina escolar desaparece y los niños suelen tener más tiempo libre del habitual. Esto puede dar lugar a comportamientos impulsivos o rabietas provocadas por aburrimiento, falta de rutina o cansancio acumulado. En ese contexto, el comportamiento de los padres se vuelve aún más relevante, ya que los hijos tienden a imitar lo que ven más que lo que se les dice.

Bilbao ha subrayado que los niños no tienen aún la madurez para regular sus emociones por sí mismos. Por eso, cuando un adulto pierde la paciencia, no solo deja de ayudar, sino que refuerza la confusión emocional del niño. “Si no puedes mantener la calma cuando tus hijos se frustran o se enfadan, no esperes que ellos lo logren”, ha explicado en su publicación.

Niño rubio con expresión seria apoyado sobre una mesa llena de libros y útiles escolares
Sin rutina, los niños necesitan aún más la guía de sus padres | Pexels

No exigir lo que no pueden dar

El psicólogo ha incidido en que los niños, por su propia naturaleza, van a cometer errores, desobedecer y tener reacciones exageradas. Para él, es fundamental que los padres no esperen reacciones adultas de alguien que apenas está aprendiendo a convivir con sus propias emociones. “Van a actuar como niños porque son niños”, recuerda Bilbao, con una claridad que alivia a más de un progenitor exigente.

La verdadera enseñanza emocional no se da cuando todo va bien, sino en los momentos de conflicto. En ese sentido, Bilbao insiste en que los padres no deben evitar el enfado, sino mostrar cómo se puede expresar sin perder el control. “La clave no es no enojarse o no demostrar nuestra frustración, sino mostrar cómo podemos enojarnos y estar frustrados sin perder los estribos”, ha señalado.

Mujer abrazando y besando a un niño pequeño en un sofá en una sala iluminada
Sentir frustración es normal, mostrar cómo manejarla es lo que educa | Pexels

Cómo actuar cuando tu hijo pierde el control

Este enfoque no solo educa a los niños, también reduce los niveles de estrés familiar. Si un niño está teniendo una rabieta, lo último que necesita es un adulto que se suma al caos con gritos o amenazas. Al contrario, lo que más les ayuda es un padre o una madre que mantiene la serenidad y les acompaña con firmeza y empatía.

En situaciones tensas, el consejo de Bilbao es no meterse en el torbellino emocional del niño. En lugar de sumarse al caos, los padres deben posicionarse como un punto de equilibrio que ofrezca contención y claridad. Esa actitud de calma activa permite al menor volver a su centro emocional y aprender a afrontar dificultades.

La actitud de los padres es la mejor lección 

En definitiva, demostrar calma no es solo una estrategia de supervivencia para los padres en verano, sino una herramienta educativa de gran valor. Es una forma de enseñar a los hijos que las emociones no son peligrosas, siempre y cuando se gestionen con respeto y control. Esa es la lección más potente que pueden recibir durante las vacaciones.

Bilbao ha reconocido que nadie lo hace perfecto y que todos los padres pierden los nervios en algún momento. Por eso, insiste en que no hay que caer en la culpa, sino aprender de cada situación con una mirada comprensiva. En verano, más que nunca, lo que se transmite con el ejemplo puede dejar una huella duradera.