En verano, si bien, son muchas las frutas que se pueden disfrutar, la sandía es la reina de las mesas. Es refrescante, sabrosa y llena de agua, sin duda es una de las frutas favoritas para combatir el calor. Pero lo que muchos descartan sin pensarlo puede tener un valor inesperado.
Hay gestos que repetimos sin cuestionarlos, porque es lo que hemos aprendido desde siempre. Tirar la cáscara de sandía parece obvio, pero un nuevo enfoque nutricional está cambiando esta costumbre. Y todo gracias a una advertencia que ha ganado fuerza.

La cáscara de la sandía: un superalimento
La cáscara de sandía ha sido declarada recientemente como un superalimento por nutricionistas. Su potencial como aliado de la salud está llamando la atención en todo el mundo. Lejos de ser un simple desecho, encierra múltiples beneficios.
Según un artículo de Infobae basado en Very Well Health, la cáscara de la sandía contiene citrulina, un aminoácido con propiedades antioxidantes y vasodilatadoras. Este compuesto ayuda a mejorar la circulación y favorece la salud cardiovascular. También contiene otros nutrientes, como fibra, potasio y vitamina C.
Además, la parte blanca de la cáscara ayuda al sistema digestivo. Su consumo puede mejorar el tránsito intestinal y aportar sensación de saciedad. Esto la convierte en una opción ideal para dietas saludables y control de peso.

Cómo incorporar la cáscara de la sandía para aprovechar sus beneficios
Incluir cáscara de sandía en la alimentación diaria no requiere grandes esfuerzos. Puede rallarse en ensaladas, licuarse en smoothies o incluso saltearse en preparaciones saladas. El sabor suave permite combinarla con facilidad.
Nutricionistas sugieren también prepararla en forma de pickles, al estilo de los pepinillos. Esta técnica potencia su textura y la convierte en un snack sabroso y funcional. En un contexto donde el consumo sostenible gana protagonismo, esta propuesta se alinea con las tendencias de cero desperdicios.

Reaprovechar lo que antes se tiraba beneficia a la salud, al bolsillo y al medio ambiente. Rescatar la cáscara de la sandía es una forma de transformar nuestros hábitos alimenticios y de sostenibilidad. Adoptar este cambio aporta nutrientes y promueve una cultura alimentaria más informada, práctica y respetuosa con los recursos.