En los últimos días, la atención de los meteorólogos se ha centrado en uno de los lugares más fríos del planeta. La Antártida, conocida por su estabilidad climática y temperaturas extremas, ha experimentado un cambio que nadie esperaba. Los satélites y estaciones meteorológicas detectaron un brusco aumento térmico en la parte alta de su atmósfera.
El suceso no es visible desde la superficie, pero sus efectos podrían sentirse muy lejos del Polo Sur. Los expertos coinciden en que este tipo de alteraciones son raras y potencialmente influyentes para el clima global. Mario Picazo, meteorólogo y divulgador científico, lo resume así: “Nunca se había visto nada igual en las últimas décadas”.

Un calentamiento súbito que sorprende a los científicos
A comienzos de septiembre de 2025, un grupo de investigadores detectó un fenómeno llamado calentamiento súbito estratosférico. Se trata de un aumento de temperatura en la estratósfera, la capa que se extiende entre los 20 y 50 kilómetros sobre la superficie terrestre. En esta ocasión, los termómetros marcaron hasta 30 grados más de lo normal.
La estratósfera antártica suele registrar valores cercanos a los –50 °C. Sin embargo, durante este episodio alcanzó los –20 °C, una cifra que los científicos califican de extraordinaria. En los últimos 45 años solo se han observado tres eventos comparables: en 1988, 2002 y 2019.
Este fenómeno ocurre cuando las ondas atmosféricas alteran el vórtice polar, ese anillo de vientos fríos que rodea el continente helado. Si el vórtice se debilita, el aire cálido penetra y rompe el equilibrio térmico.
Repercusiones en el clima del hemisferio sur
Podría parecer que un cambio tan alto en la atmósfera no afecta la vida diaria, pero ocurre justo lo contrario. Cuando el vórtice polar se debilita, el aire frío se dispersa y deja pasar masas más templadas. Esto puede alterar los vientos, las lluvias y hasta las olas de calor en regiones muy distantes.

Australia ya está notando las consecuencias. Los meteorólogos prevén semanas más cálidas y secas en el sureste del país. Al mismo tiempo, las corrientes en chorro podrían desviarse, provocando menos precipitaciones en unas zonas y extremos de calor en otras.
“Lo que sucede en la estratósfera no se queda en la estratósfera”, advierten los expertos. Estos cambios descienden lentamente hacia la troposfera, la capa donde se forman las nubes y se desarrolla el tiempo que sentimos. El efecto puede durar semanas o incluso meses.
No es un hecho aislado
La situación actual se suma a un patrón de eventos inusuales en el continente blanco. En julio de 2024, la Antártida ya vivió una especie de “ola de calor invernal”, con temperaturas hasta 28 °C por encima de lo esperado. En aquel entonces, una parte de su plataforma de hielo, del doble del tamaño de Madrid, se fragmentó y cayó al océano Austral.
Los científicos advierten que el calentamiento de 2025 no es un episodio aislado, sino un síntoma de la inestabilidad climática que avanza en el planeta. Picazo lo señala con preocupación: “Estamos viendo señales claras de que el sistema atmosférico del hemisferio sur está cambiando”.

