Ser astronauta ha estado asociado durante décadas a la idea de prestigio, aventura y reconocimiento mundial. En el imaginario, quienes viajan al espacio parecen estar en la cima de las profesiones, como si su sueldo reflejara la magnitud de la hazaña. Sin embargo, la realidad económica de estos trabajadores dista mucho de esa visión idílica.
La astronauta retirada Nicole Stott lo ha dejado claro en una entrevista a LAD Bible. Con experiencia en varias misiones espaciales, no ha dudado en responder con franqueza cuando le preguntaron por el sueldo de quienes trabajan en el espacio. "Uno no se hace astronauta para ganar mucho dinero", ha afirmado, dejando claro que la vocación pesa mucho más que el salario.

Un currículum estelar con un sueldo terrenal
Stott formó parte de la misión STS-128 en 2009 y permaneció más de tres meses en la Estación Espacial Internacional. También fue la primera persona en manejar el brazo robótico de la estación para capturar un vehículo en vuelo libre, además de la décima mujer en realizar una caminata espacial. Pese a un currículum brillante, su retribución económica nunca se acercó a las cifras millonarias que muchos imaginan.
Los datos oficiales de la NASA confirman esa idea. El salario medio de un astronauta ronda unos 130.000 euros, una cantidad que parece alta, pero que resulta limitada si se compara con la responsabilidad y los riesgos reales asumidos. En contraste, ingenieros aeroespaciales en el sector privado pueden ganar lo mismo o más sin enfrentarse a misiones de vida o muerte.
Testimonios revelan una política salarial rígida
Otros testimonios han respaldado la visión de Stott. La ex astronauta Cady Coleman ha explicado que durante su misión de 159 días solo recibió 3,42 euros al día, es decir, poco más de 500 euros en compensaciones adicionales. Sus palabras reflejan que el sueldo base es la norma, sin grandes extras por tiempo prolongado ni por peligrosidad.
Incluso en situaciones extraordinarias, la remuneración apenas cambia. Cuando los astronautas Suni Williams y Butch Wilmore quedaron atrapados en la Estación Espacial Internacional durante nueve meses debido a fallos técnicos, la compensación apenas alcanzó unos cientos de euros más. El dato ha generado sorpresa, pues se esperaba un reconocimiento mayor para quienes vivieron un imprevisto tan delicado.
Una vocación impulsada por la pasión y el desafío
La brecha con la empresa privada es evidente. Un ingeniero con formación similar puede duplicar sus ingresos en compañías comerciales sin necesidad de enfrentarse a entrenamientos extremos ni arriesgar su vida en órbita. La paradoja está en que los héroes de la exploración espacial reciben un sueldo ajustado en comparación con su contribución histórica.
Aun así, la profesión conserva un atractivo único. Como ha señalado Nicole Stott, quienes se convierten en astronautas lo hacen por la pasión, por superar límites y por la oportunidad de ver la Tierra desde una perspectiva irrepetible. No se trata de cifras en una nómina, sino de una experiencia que marca para siempre a quienes logran alcanzarla.