El estreno Hasta el fin del mundo, la nueva apuesta de aventuras de Televisión Española, ha mostrado una faceta muy diferente de Rocío Carrasco. La hija de Rocío Jurado participa junto a su amiga Anabel Dueñas en este formato que mezcla emoción, esfuerzo y convivencia lejos de la rutina. En plena grabación, sorprendió con una confesión que ha dejado sin palabras a muchos, sobre todo a sus hijos, al admitir que quiere estar fuera de España para no ser reconocida.
Durante uno de los primeros retos del concurso, ambientado en la exótica Costa Rica, Rocío protagonizó un momento muy sincero mientras intentaba conseguir billetes de autobús más baratos. En medio de la conversación, recordó a su madre con cariño y cierta nostalgia, evocando su carácter fuerte y optimista. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue su frase: “Tengo ganas de subirme a un autobús en el que nadie me conozca”, un comentario que dice mucho más de lo que parece.

El formato del programa obliga a las seis parejas concursantes a recorrer miles de kilómetros sin móviles ni tecnología moderna, dependiendo solo de su intuición. Para Rocío, esta aventura representa un desafío personal, pero también una oportunidad de desconectar de la presión mediática que ha vivido durante años. Su deseo de pasar desapercibida refleja una necesidad de calma, de silencio y de cierta libertad emocional.
La confesión de Rocío Carrasco
Esa frase, tan sencilla, refleja el peso de una vida marcada por la fama y la exposición pública. Desde niña ha sido observada, juzgada y señalada por ser hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco. Ahora, tras años de polémicas familiares y mediáticas, parece buscar un respiro, una vida más tranquila y sin tanto foco encima.
Sus palabras también tienen una lectura inevitable relacionada con sus hijos, Rocío y David Flores. Desde que se distanció de ellos, cada comentario suyo en televisión se interpreta como una indirecta sobre su vida familiar. Al decir que quiere subirse a un autobús donde nadie la reconozca, muchos han visto en ello un deseo de empezar de cero, sin juicios ni miradas ajenas, lejos del ruido que la ha rodeado tanto tiempo.

A lo largo del programa, Rocío ha mostrado una actitud cercana, fuerte y muy dispuesta a disfrutar de la experiencia. Su conexión con Anabel Dueñas, su compañera y amiga, aporta momentos divertidos y de complicidad que alivian el tono más emocional de su historia. En plena naturaleza y con pocos recursos, Carrasco parece haber encontrado el lugar ideal para mostrarse sin filtros ni máscaras.
Su confesión, lejos de ser un simple comentario, revela un sentimiento profundo. Rocío Carrasco quiere vivir sin el peso del pasado, sin tener que justificarse ante nadie. En Hasta el fin del mundo busca algo más que un reto: busca serenidad, independencia y la posibilidad de reencontrarse consigo misma, lejos de la mirada constante del público.

