El nuevo retrato de los reyes Felipe VI y Letizia ha despertado un notable interés desde su presentación. La obra no tiene carácter oficial, pero su impacto mediático ha sido inmediato. El éxito la ha convertido en tema de debate y al pintor en uno de los nombres más comentados del momento.
Lo que parecía un proyecto artístico más ha terminado por generar debate en los medios. La expectación se centra en la manera en la que el pintor ha representado a Felipe y Letizia. Y, sobre todo, en un detalle que pocos han pasado por alto.

Un retrato con vocación de institución
La obra ha sido realizada por el sevillano Alberto Rubio, un joven pintor de 30 años con experiencia en el arte sacro. Se trata de un óleo sobre tabla de 120 por 70 centímetros que ha tardado un año en concluir. El artista compartió parte del proceso en redes sociales.
Rubio explicó que su intención no fue solo pintar a los reyes, sino a la institución que representan. Para él, se trataba de un reto artístico y personal. El resultado, según dijo, es una pieza cargada de matices y profundidad cromática.
El cuadro muestra a Felipe VI con traje de gala y a Letizia con un vestido de su visita de Estado a Países Bajos. El artista quiso recuperar la tradición de la pintura cortesana. El resultado recuerda a los retratos oficiales del siglo XVII.

El detalle en Letizia que ha dado mucho que hablar
Lo más comentado de la obra ha sido el elemento elegido para coronar la figura de la reina. Letizia aparece con la tiara rusa de perlas, una joya histórica de gran valor simbólico. Su elección ha sido interpretada como un guiño a la continuidad dinástica.
La pieza, también conocida como diadema de María Cristina, recuerda a las tiaras rusas llamadas kokoshnick. Pasó de la regente a Alfonso XIII y, más tarde, a la condesa de Barcelona. Con el tiempo, terminó en manos de don Juan Carlos.
Doña Sofía llegó a lucirla como préstamo en una celebración internacional en 1971. Tras la muerte de la condesa de Barcelona, la joya se incorporó al joyero real. Hoy vuelve a ser protagonista al aparecer en el retrato de Letizia.

Una mirada que busca transmitir carácter
Más allá de las joyas, la expresión de Letizia también ha dado pie a comentarios. El pintor asegura que la reina fue la figura que más tiempo le llevó completar. Explicó que su mirada exigió rehacer varias veces el trazo para capturar la intensidad adecuada.
Rubio afirma que no basta con copiar un rostro, sino que hay que reflejar una presencia. En sus palabras, la pintura es un diálogo silencioso entre artista y personaje. Y en ese proceso, la mirada de Letizia se convirtió en el mayor desafío.
El resultado es una imagen hierática y solemne, con una mirada fija y directa. El autor destaca que quiso captar la fuerza de la institución a través de ella. Su interpretación refuerza la idea de una reina comprometida y consciente de su papel.

