El pasado martes 10 de junio, la reina Margarita II habría celebrado su 58 aniversario de boda con el príncipe Enrique. La monarca conoció a Enrique de Laborde, conde de Monpezat, en Londres durante los años sesenta. Entonces aún no había subido al trono, pero ya había encontrado a su compañero de vida.
Henri cambió su nombre a Henrik por respeto a Dinamarca y su nueva familia. Se casaron en 1967, cinco años antes de la proclamación de Margarita como reina y desde ese momento, él asumió su papel como príncipe consorte.

Durante décadas, Enrique fue una figura polémica dentro y fuera del país. Su fuerte acento, sus estancias en Francia y su bajo perfil político generaron críticas. Sin embargo, su esposa siempre lo defendió con convicción.
“La felicidad matrimonial consiste en que dos personas se entiendan bien”, dijo Margarita sobre su relación. Siempre mostró afecto y respeto por Enrique, incluso cuando él tomó decisiones difíciles. Una de ellas cambiaría para siempre sus planes funerarios.

La reina Margarita no será enterrada con su marido y ya es oficial
La pareja había decidido en vida ser enterrada en la catedral de Roskilde. Este templo histórico es la necrópolis oficial de los monarcas daneses desde el siglo XIV. Incluso llegaron a diseñar juntos la tumba en la que descansarían.
Pero Enrique rompió con esa tradición en sus últimos años. Mostró su desacuerdo con no haber recibido el título de rey consorte. Por eso, expresó su deseo de no ser enterrado junto a la reina.
Cuando falleció en febrero de 2018, su voluntad se respetó completamente. La mitad de sus cenizas fue esparcida en el mar y la otra mitad enterrada en los jardines del castillo de Fredensborg. Así, quedó descartada su presencia en la catedral.
Aunque Margarita quería descansar junto a él, aceptó su decisión. La tumba que prepararon juntos la acogerá solo a ella. Será la primera reina danesa en ocupar una tumba diseñada originalmente para dos.
Una tumba artística con simbolismo compartido
La tumba de la reina Margarita fue diseñada por el artista danés Bjørn Nørgaard. Es un sarcófago de cristal con un estilo moderno y lleno de simbolismo. En su interior hay una urna doble, ya que en principio iba a guardar los restos de la reina y su marido, el príncipe Enrique.
La tumba se apoya sobre tres columnas de piedra, que representan las tres regiones del reino de Dinamarca. Se usaron granito danés, piedra volcánica de las islas Feroe y mármol de Groenlandia. Todo se asienta sobre una base hecha con piedra francesa, como homenaje a los orígenes del príncipe Enrique.
Aunque finalmente solo será usada por la reina, la tumba incluye detalles de la historia de ambos. En ella hay elementos decorativos que reflejan su vida en común y los caminos personales de cada uno. También aparece la insignia de la Orden del Elefante, el honor más importante del país.
Margarita II siempre ha sido una reina muy cercana al arte. Ha ilustrado libros, expuesto manualidades y colaboró en el diseño de esta tumba. Esta obra es también una parte muy personal de su legado.
Un legado real marcado por la diferencia
El sarcófago ya está instalado en la capilla de Santa Brígida, dentro de la catedral. Se mantiene cubierto y no será visible hasta el fallecimiento de la reina. Mientras tanto, puede verse una maqueta en la misma catedral.
Margarita II abdicó en enero de 2024 y entregó la corona a su hijo Federico X. El país sigue reconociendo su figura como una de las más sólidas de la monarquía europea. Con 85 años, continúa cumpliendo compromisos de forma puntual.
El príncipe Enrique fue un consorte poco convencional. Su decisión de no compartir tumba fue polémica, pero muy personal. A pesar de ello, su historia junto a Margarita sigue siendo inseparable.