En un día que debía ser motivo de alegría, la reina Letizia ha recibido un golpe inesperado. La Casa Real ha confirmado el fallecimiento de Serafín Sedano, capellán y confesor de la familia durante más de tres décadas. Su muerte, a los 92 años, ha teñido de luto uno de los días más simbólicos del calendario personal de los reyes.
El fallecimiento se produjo el miércoles 21 de mayo, apenas veinticuatro horas antes del aniversario de boda de don Felipe y doña Letizia. La noticia fue adelantada por el medio Vanitatis, que ha destacado el profundo impacto de esta pérdida en el entorno real. La figura de Serafín estaba muy ligada a momentos cruciales en la vida de la familia.

Serafín Sedano no era solo el capellán de la Casa Real. Fue también confesor, consejero y figura de referencia en muchos de los momentos más delicados vividos por la familia. Su papel discreto pero constante lo convirtió en alguien imprescindible en la intimidad del palacio.
En los últimos meses, Serafín ya se había retirado formalmente de sus funciones. En una carta dirigida al rey Felipe VI, explicó que sus problemas de salud le impedían continuar. En ese mismo escrito solicitó la elección de un sucesor y pidió perdón por cualquier error cometido en su larga trayectoria.
Una noticia triste para la Casa Real
La muerte del sacerdote llega también en plena organización de otra fecha significativa para la Casa Real. La infanta Sofía está a punto de graduarse en Gales, y la familia preparaba su asistencia al acto. Ahora, el fallecimiento de Sedano condiciona el ánimo con el que afrontarán ese viaje.
Durante años, Serafín Sedano ofició las misas dominicales en el Palacio de la Zarzuela. A ellas acudían de manera regular la reina Sofía, la princesa Irene de Grecia y el propio Felipe VI. Siempre que la agenda lo permitía, estas celebraciones eran un espacio íntimo de recogimiento y tradición.

La relación de Sedano con los Borbones no se limitaba al ámbito religioso. Él mismo explicó en una entrevista que con la familia real había desarrollado un lazo humano. Su presencia fue especialmente valorada por los Borbón y Grecia, con quienes mantuvo una estrecha vinculación.
En su carta de despedida a los vecinos de El Pardo, mostró su habitual humildad. Agradeció el afecto recibido durante años y pidió comprensión por su decisión. También insistió en que su deseo siempre fue mantener la máxima discreción, alejado del foco mediático.
Una persona querida para don Felipe y doña Letizia
Pese a su carácter reservado, Sedano participó en momentos fundamentales de la vida de los reyes. Fue asistente del cardenal Rouco Varela en los bautizos de Leonor y Sofía. También estuvo presente en el bautizo de Irene Urdangarin, hija de la infanta Cristina.
En tiempos de dolor, su presencia también fue importante para la familia. Ofició el responso tras la trágica muerte de Erika Ortiz, hermana de la reina Letizia. Ese gesto fue una muestra clara del profundo vínculo de confianza que compartía con la entonces princesa de Asturias.
Más allá del papel institucional, Sedano acompañó a los Reyes en múltiples desplazamientos. En una visita a Cantabria, concedió una entrevista en la que habló abiertamente de su cercanía con los monarcas. Afirmó que su relación con ellos “iba más allá de lo religioso”.

Esa conexión se fue consolidando a lo largo de los años, tanto dentro como fuera del palacio. Su papel no fue nunca mediático ni protocolario, pero sí constante y esencial. La familia real lo consideraba uno de sus apoyos más sólidos en la dimensión espiritual y humana.
Su fallecimiento, por tanto, deja un vacío difícil de llenar en el entorno de los reyes. Letizia, en particular, siempre valoró su discreción y la confianza que le inspiraba. La pérdida de un confesor es también la pérdida de un confidente.
La reina Sofía también conocía al fallecido
La Reina Sofía, por su parte, era una de las asistentes habituales a las misas del capellán. Su ausencia se notará especialmente en los oficios religiosos celebrados en la Zarzuela. No se descarta que se organice un acto de homenaje en su memoria, de carácter privado.
El ambiente en la Casa Real, por tanto, es de recogimiento. La coincidencia entre esta pérdida y la fecha del aniversario ha cambiado por completo el tono previsto para el día. En lugar de celebraciones, ha sido una jornada de duelo íntimo.
A sus 92 años, Serafín Sedano ha dejado tras de sí un legado de cercanía, servicio y silencio. Fue una figura invisible para la mayoría, pero imprescindible para quienes convivieron con él. Su vida al servicio de la Corona se cierra ahora con respeto y gratitud.
Para Letizia, este 21 de mayo será recordado por razones muy distintas a las que imaginaba. La muerte de una figura tan relevante en su vida espiritual y personal ha supuesto un duro golpe. En días como este, la dimensión humana de la realeza se impone a cualquier agenda institucional.