Iñaki Urdangarin busca reconstruir su vida. Tras años marcados por su ingreso en prisión y la ruptura con la infanta Cristina, el exduque de Palma trata de reconectar con su pasado. Es por ello, que recientemente se le ha visto en Barcelona, una ciudad clave en su historia y en la de su familia.
Allí vivió más de 40 años, nacieron sus cuatro hijos —Juan, Pablo, Miguel e Irene—, y compartió hogar con la hija del rey emérito. Aunque su vida actual transcurre en Vitoria, donde reside con su pareja Ainhoa Armentia, el vínculo emocional con Cataluña permanece intacto. Su reciente visita a un exclusivo restaurante en la capital catalana ha llamado la atención por lo simbólica.

Iñaki Urdangarin tuvo una cena muy especial en Via Veneto
Urdangarin fue uno de los invitados a una cena de homenaje en Via Veneto, uno de los locales más prestigiosos de la ciudad. La ocasión lo merecía: se celebraba la trayectoria de Valero Rivera, su antiguo entrenador en el Barça de balonmano. Rivera ha sido nombrado presidente honorífico de la sección del club.
La cita reunió a algunas de las figuras más representativas de aquella época dorada del balonmano azulgrana. Enric Masip, Xavi O’Callaghan, Antonio Carlos Ortega o Tomas Svensson fueron algunos de los asistentes. El reencuentro no fue solo deportivo: también tuvo un tono emocional y nostálgico.
La elección del restaurante no fue casual, pues Via Veneto es sinónimo de elegancia y tradición, y cuenta con una estrella Michelin desde 1974. El local, decorado al estilo Belle Époque, fue durante años el favorito de Salvador Dalí, quien incluso organizaba cenas-performance allí.
Aunque no se sabe con exactitud qué pidió la mesa, el menú diseñado por el chef David Andrés ofrece propuestas muy refinadas. Incluye platos como aspic de carabineros con helado de salsa rosa o coulant de espárragos blancos con carbonara. La carta destaca por mezclar sabores clásicos con una presentación moderna.
Los postres mantienen el nivel de sofisticación del menú principal. Destacan opciones como tartaleta de galleta con pera asada y espuma de vainilla, o bizcocho “borracho” con aire helado de whisky Macallan y yema quemada. Más que una cena, fue un regreso a una etapa gloriosa y un reencuentro con sus raíces.

El ex de la infanta Cristina apuesta por la discreción
Durante el encuentro, Urdangarin se dejó ver relajado, vestido con camisa de rayas, chaqueta ligera y pantalón blanco. Enric Masip compartió una imagen sobria, pero significativa, donde se le ve sonriente. Una estampa que contrasta con los años más duros de su vida reciente.
En su primera entrevista tras salir de prisión, Iñaki Urdangarin reconoció que sentía que el tiempo se le había escapado. Esa reflexión parece haber marcado su nueva etapa vital. Ahora busca recuperar parte de ese tiempo perdido desde un lugar más tranquilo.
En este nuevo capítulo, el exdeportista se ha lanzado al mundo del coaching personal, empresarial y deportivo. Ha fundado Bevolutive, una marca centrada en acompañar procesos de cambio y transformación. Se trata de un proyecto discreto, pero muy ligado a sus experiencias y aprendizajes.

Urdangarin ha contado que el coaching le ha servido para reinventarse tras una etapa difícil. Aunque ha recibido críticas por su incursión en este ámbito, pide que se le valore como persona y no por su pasado mediático. Afirma que ha aprendido de sus errores y que ahora busca ayudar a otros a superar los suyos.
Un reencuentro inesperado con la Infanta Cristina
Poco antes de esta cena, se produjo un inesperado reencuentro entre Urdangarin y la infanta Cristina. Ocurrió en casa de su hijo Pablo, con motivo de su renovación deportiva. Aunque fue un gesto sin declaraciones, las imágenes captadas revelaron una relación más cordial entre ambos.
La presencia de ambos padres fue interpretada como un posible inicio de reconciliación familiar. Ainhoa Armentia no estuvo presente, lo que avivó aún más la atención mediática. El periodista Martín Bianchi resumió el momento con una frase tajante: “El tiempo y el dinero todo lo curan”.

Desde su nuevo lugar en la vida, Iñaki Urdangarin parece más centrado que nunca en reconstruirse. No busca titulares ni portadas, sino momentos que lo reconecten con lo que fue y con lo que aún puede ser. La cena en Via Veneto no fue solo una comida: fue una declaración de intenciones.
Ya no está en los focos institucionales, pero tampoco quiere vivir escondido. Reaparece cuando lo considera necesario, con paso firme y discurso sereno. Su objetivo es claro: construir una nueva etapa lejos de escándalos, pero sin borrar el pasado.