La separación de Shakira y Gerard Piqué acaparó titulares por su intensidad mediática. Sin embargo, las decisiones que se tomaron en torno a los verdaderos protagonistas de esta historia, Milan y Sasha, también llamaron mucho la atención.
A sus doce y diez años, los pequeños han crecido bajo la lupa pública. Con el divorcio oficializado a finales de 2022, se resolvió que la cantante se mudaría con ellos a Miami. Una decisión que marcó un antes y un después en la dinámica familiar.
Pero lo que parecía un acuerdo entre adultos ha dejado heridas emocionales más profundas de lo que parece. Especialmente en los abuelos paternos, quienes han quedado prácticamente al margen del día a día de sus nietos.

Jarro de agua fría para Joan y Montserrat, padres de Gerard Piqué
Gerard Piqué, que reside en Barcelona, aceptó un régimen de visitas que le permite ver a sus hijos con cierta regularidad. No obstante, en los primeros meses de 2025, decidió trasladarse temporalmente a Florida con el objetivo de pasar más tiempo con ellos.
Según reveló la periodista Silvia Taulés en Vanitatis, "ella determina sus agendas y, para ejercer su labor de padre, él se pliega a todo". Todo esto en alusión al control que mantiene Shakira sobre la organización familiar.

Esta cesión por parte del exfutbolista, lejos de generar conflicto entre la expareja, ha tenido un efecto colateral inesperado. Estamos hablando de la relación entre Milan, Sasha y sus abuelos paternos, Joan y Montserrat, la cual se ha visto fuertemente deteriorada.
"Podría haberse negado, poner oposición, pedirle al juez quedarse con su familia", aseguran varios medios. Sin embargo, Piqué optó por permitir que Shakira tomara las riendas de la crianza, lo cual podría haber causado un gran malestar en sus padres.

Montserrat Bernabeu estaría muy afectada
Vanitatis apunta que Montserrat Bernabeu y Joan Piqué fueron los más reacios a aceptar los términos del acuerdo con la artista. "Le avisaron muchas veces de que era fatal para él, que dijera que no", explican fuentes al medio.
Especialmente Montserrat, quien "adora" a sus nietos y mantenía un vínculo "muy cercano" con ellos, se ha visto profundamente afectada por la nueva situación. "Cada despedida es dolorosa", señalan.
Actualmente, el contacto entre los niños y sus abuelos paternos es mínimo. Una consecuencia que les pesa y que demuestra que las decisiones de los adultos, por más prácticas que parezcan, a menudo dejan a otros fuera del tablero emocional.