La princesa Charlene de Mónaco, de 47 años, ha demostrado en repetidas ocasiones que su papel en la Casa Grimaldi va mucho más allá de la representación pública. A lo largo de los años, ha impulsado proyectos sociales centrados en la salud y el bienestar infantil.
En el Principado, su nombre se asocia a la Fundación Princesa Charlene de Mónaco, creada con el objetivo de educar y prevenir accidentes. El agua, que fue siempre un espacio natural para ella como nadadora olímpica, se ha convertido en el centro de su lucha filantrópica. Ahora ha dado un paso más con una iniciativa que conecta con una vivencia personal.

Un compromiso con la prevención
La Fundación Princesa Charlene trabaja desde hace años para concienciar sobre la importancia de aprender a nadar. Cada proyecto busca reducir los riesgos asociados al agua, especialmente en la infancia. El objetivo es lograr que la seguridad acuática sea entendida como un derecho básico.
La princesa defiende que la educación temprana puede evitar la mayoría de los ahogamientos. Por eso, sus programas incluyen formación práctica en piscinas y charlas escolares. A su juicio, la prevención es la herramienta más eficaz para proteger vidas.
En ese sentido, insiste en que el coste nunca debería ser un obstáculo. Su visión contempla la natación como una habilidad esencial que todos los niños deben adquirir. Igual que aprender a leer o escribir, nadar debería formar parte de la educación universal.
La confesión más dura de la princesa
En una reciente entrevista, Charlene de Mónaco desveló la raíz de su compromiso. Recordó un episodio de su infancia que la marcó para siempre. Se refirió a la muerte de su primo, un hecho que explica la dimensión personal de su lucha actual en la fundación que preside.
La princesa habló con emoción contenida sobre lo ocurrido: “Richard se ahogó en un río, muy cerca de la casa de mi tío y fue devastador para toda la familia. No creo que ese dolor desaparezca jamás”, confesó. Sus palabras evidencian que el dolor sigue presente en su memoria y en la de su familia.
Ese recuerdo es el motor que impulsa su acción actual. Convertir la tragedia en un objetivo de vida le permite dar sentido a su trabajo social. Así, la prevención de los ahogamientos se ha transformado en su mayor bandera.

Educación y conciencia para salvar vidas
La fundación ha lanzado nuevas campañas internacionales de sensibilización. Su mensaje es claro: el agua puede ser un espacio de disfrute, pero también de peligro. Preparar a los más pequeños reduce el riesgo de tragedias.
Charlene insiste en que las olas de calor y la masificación de zonas de baño han incrementado los riesgos. Sin embargo, recuerda que estos se pueden reducir significativamente con medidas de preparación. Los talleres que impulsa se adaptan a las realidades locales de cada país.
El alcance social de estas iniciativas es innegable. En España, por ejemplo, más de 300 personas han muerto por ahogamiento en lo que va de 2025. Frente a estas cifras, su mensaje adquiere un valor especial: la prevención salva vidas.

