El verano de los Borbón y Ortiz, que siempre había tenido a Mallorca como escenario perfecto, atraviesa un momento inesperado. El rey Felipe se enfrenta a una situación familiar delicada, pues sus hijas han expresado un descontento que hasta ahora solo compartía la reina Letizia.
Detrás de las imágenes y las sonrisas en el Palacio de Marivent se esconde una tensión que podría cambiar las vacaciones de la Familia Real. La pregunta que resuena es clara: ¿qué ha llevado a Leonor y Sofía a sumarse a esta inesperada petición?

La princesa Leonor y la infanta Sofía piden al rey Felipe que dejen de ir a Marivent
Cada año, la Familia Real posa ante las cámaras en los jardines de Marivent. Es un ritual que busca mostrar unidad, continuidad y tradición. Sin embargo, tras esa puesta en escena, la convivencia en la isla se ha vuelto cada vez más complicada.
La reina Letizia nunca se sintió cómoda en Mallorca, donde la agenda está marcada por compromisos institucionales y escasa intimidad. Hasta hace poco, esta resistencia parecía un tema personal, pero ahora ha encontrado eco en sus dos hijas.
Leonor y Sofía han mostrado su hartazgo con el verano en Mallorca. Felipe VI, que insiste en mantener la tradición de Marivent, se encuentra ahora con la oposición directa de su esposa y de sus hijas. El argumento de ambas jóvenes es claro: la rutina mallorquina ya no les aporta nada.

Según Pilar Eyre, las princesas están "aburridas" de Mallorca. Ni las visitas culturales, como la reciente exposición dedicada a Miró, ni los paseos compensan la falta de amigos y la monotonía de las actividades. La ausencia de una vida social adaptada a su edad convierte el verano en una obligación incómoda.
Mientras el rey disfruta de las regatas en la bahía de Palma, Letizia se muestra cada vez más impaciente. Ahora esa impaciencia la comparten Leonor y Sofía, quienes desean un entorno más libre y dinámico, alejado de las miradas constantes. Para Felipe, sostener Marivent como destino familiar se ha convertido en un reto cada vez más complejo.
Marivent, símbolo de un pasado incómodo
La resistencia a Marivent va más allá del aburrimiento juvenil. El palacio está ligado a la etapa de Juan Carlos I, a la que la reina Letizia nunca ha querido asociarse. Romper con Mallorca significaría enviar un mensaje simbólico: la familia que encabezan Felipe y Letizia representa un tiempo nuevo y distinto.
De hecho, en el pasado Letizia se distanció de símbolos históricos al elegir residir en el Pabellón del Príncipe en lugar de la Zarzuela. Ese gesto fue interpretado como un intento de independencia. Ahora, el debate sobre Marivent parece seguir la misma línea.

Para el rey Felipe, en cambio, el palacio representa continuidad y tradición. Renunciar a él sería romper con una imagen que la institución lleva décadas cultivando. Entre tradición y cambio, se encuentra atrapado en un dilema que lo desgasta personalmente.
Las alternativas que dividen a la Familia Real
Ante este malestar, la reina Letizia y sus hijas han puesto sobre la mesa nuevas opciones para pasar el verano. La primera es Santander, con el Palacio de la Magdalena, antiguo refugio real de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Esta elección conservaría un vínculo monárquico y, al mismo tiempo, brindaría un ambiente menos asfixiante.
La segunda alternativa es Galicia, que ofrece discreción y una belleza natural muy atractiva. Sin embargo, esta idea tropieza con un obstáculo evidente: la presencia de Juan Carlos I en Sanxenxo. Coincidir con el emérito, que cada año atrae focos mediáticos, sería un riesgo que Zarzuela intenta evitar.

El rey Felipe se encuentra en una encrucijada, pues su deseo de mantener Marivent choca con el hartazgo de Leonor, Sofía y Letizia. La presión familiar ha transformado una preferencia en una petición concreta que podría cambiar el rumbo de sus veranos. El futuro dirá si el monarca cede ante el cambio o si la tradición vuelve a imponerse en la vida de los Borbón y Ortiz.