En las casas reales, las apariencias pesan más que las palabras, y pocas familias han cultivado mejor el arte del silencio como la británica. Sin embargo, cuando se trata del príncipe Harry y Meghan Markle, incluso los muros del Palacio de Buckingham parecen haber tenido grietas.
Su compromiso fue anunciado con alegría. No obstante, tras esa imagen oficial, se escondía una red de tensiones, opiniones divididas y una aprobación que, aunque llegó, no lo hizo sin matices.

Esto es lo que pensaba realmente Isabel II sobre Meghan Markle
Uno de los momentos más determinantes fue cuando Harry, fiel a las tradiciones, pidió la mano de Meghan. Así, antes de formalizar el compromiso, tuvo que consultar a la reina Isabel II.
A pesar del hermetismo típico del entorno real, trascendió que la monarca dio su consentimiento. Según se ha comentado, su respuesta fue tan diplomática como reveladora: "Bueno, entonces, supongo que debo decir que sí".
Isabel II se mostró complacida por el hecho de que su nieto hubiera encontrado a alguien con quien compartir su vida. A pesar de las voces críticas dentro de la familia, la reina parecía valorar positivamente a Meghan Markle. Pero esta simpatía no fue compartida por todos.

La entrada de Meghan Markle en la familia real no fue fácil
El príncipe Felipe, esposo de Isabel II y conocido por no guardarse sus opiniones, tuvo una reacción distinta. Fuentes cercanas aseguran que comparó a Meghan con Wallis Simpson, la mujer por la que Eduardo VIII abdicó en 1936.
El apodo que supuestamente le asignó, "DOW", Duquesa de Windsor, hablaba por sí solo. Su desconfianza se centraba en el perfil de Meghan, a quien consideraba una figura poco adecuada para el entorno monárquico por ser, según su percepción, "una actriz americana".

A estas reservas se sumó también el príncipe Guillermo, hermano mayor de Harry. Según algunos testimonios, Guillermo expresó su preocupación por la velocidad con la que avanzaba la relación.
Temía que Meghan no tuviera tiempo suficiente para adaptarse al país ni construir su propia red de apoyo. De hecho, según se ha conocido, pidió a su tío Charles Spencer que interviniera y convenciera a Harry de que pisara el freno.

Pese a todo, Isabel II fue, según todas las fuentes, la única figura de peso que se mantuvo firme en su respaldo. La reina, con la perspectiva que le daban los años y su experiencia al frente de la institución, eligió apoyar la decisión de su nieto.
Quizás por eso, muchos afirman que el príncipe Harry sigue echando en falta su figura. Un referente de autoridad y cariño que, en su momento, supo estar a su lado cuando más lo necesitaba.