Tras un largo proceso de reformas que se extendió mucho más allá de lo previsto, la familia real de los Países Bajos ha puesto fin a su espera. De esta manera, se ha trasladado oficialmente al Palacio Huis ten Bosch, su nueva residencia.
Situado en el corazón del histórico bosque Haagse Bos en La Haya, el palacio, ahora combina lo mejor de la tradición monárquica. Con toques de modernidad que dan cuenta del estilo único de los reyes Guillermo y Máxima de Holanda.

Todos se alegran por Guillermo y Máxima de Holanda
La transformación del Palacio Huis ten Bosch no ha sido tarea fácil. Originalmente construido con un estilo renacentista neerlandés, el palacio ha pasado por un exhaustivo proceso de renovación bajo la supervisión de sus nuevos inquilinos.
Sin embargo, como suele suceder con las reformas de gran escala, los trabajos se han extendido durante más tiempo del planeado. Un hecho que ha incrementado considerablemente el costo final de la obra, alcanzando los 63 millones de euros, el doble del presupuesto inicial.

El palacio, que anteriormente había sido hogar de la princesa Beatriz, es ahora el lugar donde Guillermo y Máxima de Holanda pueden disfrutar de la tranquilidad de su vida familiar. La vivienda tiene una superficie de 9.000 metros cuadrados y un inmueble principal de 110 metros de largo.
Además, cuenta con más de 150 habitaciones, algunas de las cuales han sido diseñadas para mantener el equilibrio perfecto entre el lujo histórico y modernidad. Entre los espacios más emblemáticos se encuentran el Salón Chino, el Salón Japonés y la Sala de los Orange.
El nuevo hogar de Guillermo y Máxima de Holanda
La decoración de los reyes es uno de los aspectos más destacados de la reforma. Guillermo y Máxima de Holanda han querido que cada habitación refleje una atmósfera única. Creando un ambiente acogedor, pero elegante que respeta la historia del lugar.
Máxima de Holanda ha optado por tonos más suaves, como el azul y el crema, que combinan con los papeles pintados inspirados en la naturaleza. Este toque fresco se complementa con muebles antiguos y detalles de estilo monárquico.
Ahora, después de años de espera, el Palacio Huis ten Bosch se ha convertido en el hogar definitivo de la familia real neerlandesa. Un lugar que les permite combinar sus funciones oficiales con la vida familiar.