Un nuevo estudio presentado en Estados Unidos ha revelado un avance esperanzador en la lucha contra el cáncer. Investigadores canadienses han comprobado que algo tan accesible como el ejercicio físico puede aumentar significativamente la supervivencia en pacientes con cáncer de colon. Este descubrimiento ha generado un gran interés entre oncólogos y profesionales de la salud de todo el mundo.
Durante 17 años, el equipo del Grupo Canadiense de Ensayos en Cáncer ha realizado un seguimiento a casi 900 pacientes con cáncer de colon en fases avanzadas. Tras finalizar sus tratamientos de cirugía y quimioterapia, la mitad de ellos fue incorporada a un programa estructurado de ejercicio físico durante tres años. El otro grupo solo recibió material educativo y recomendaciones generales sobre hábitos saludables.

Ejercicio físico: el nuevo aliado en la lucha contra el cáncer
El objetivo principal del estudio era determinar si el ejercicio puede actuar como un tratamiento más, al mismo nivel que los métodos médicos tradicionales. A través de caminatas rápidas o trotes moderados, entre tres y cuatro veces por semana, los participantes lograron mantener la actividad física recomendada. Todo el proceso fue supervisado por profesionales especializados que adaptaron los ejercicios a cada caso.
Los resultados han sido contundentes y han cambiado la percepción del ejercicio en el ámbito oncológico. La tasa de supervivencia fue del 90% entre quienes participaron en el programa, frente al 83% del grupo que no lo hizo. Además, el riesgo de muerte se redujo un 37%, lo que se traduce en una diferencia muy significativa en términos clínicos.

Los investigadores han insistido en que esta intervención no pretende reemplazar a la quimioterapia ni a la cirugía. Más bien, proponen integrar el ejercicio como una parte complementaria del tratamiento global del paciente. En ese sentido, recalcan la importancia de contar con entrenadores y fisioterapeutas en los equipos médicos oncológicos.
Así está cambiando este tratamiento en todo el mundo
El estudio, publicado en la revista New England Journal of Medicine, ha sido dirigido por Kerry Courneya y Chris Booth, expertos en ejercicio y cáncer. Ambos coinciden en que los beneficios del ejercicio son comparables a los de muchos fármacos, y en algunos casos incluso superiores. Han remarcado que se trata de un tratamiento seguro, económico y con escasos efectos secundarios.
Expertos españoles también han valorado positivamente este hallazgo. Mikel Izquierdo, catedrático en Ciencias de la Salud, ha afirmado que este ensayo supone un punto de inflexión en la oncología. Según él, el nivel de evidencia alcanzado es suficiente para modificar las guías clínicas actuales e introducir el ejercicio como parte del tratamiento.

Para muchos pacientes, el acompañamiento profesional ha sido clave en el éxito del programa. Algunos de ellos aseguran que sin ese seguimiento personalizado, no habrían logrado mantener la rutina. La motivación, la constancia y el compromiso han marcado la diferencia a lo largo de estos años.
Un hábito sencillo que puede salvar vidas
En los últimos años, ya se había acumulado evidencia sobre los beneficios del ejercicio en el bienestar de los pacientes con cáncer. Se sabía que podía reducir la ansiedad, la fatiga o los efectos secundarios de la quimioterapia. Sin embargo, este estudio ha demostrado por primera vez que también puede aumentar directamente las probabilidades de supervivencia.
Los investigadores han abierto una nueva vía para el tratamiento del cáncer que podría cambiar millones de vidas. El mensaje es claro: el ejercicio no es solo un complemento, sino una herramienta terapéutica con base científica. Ahora, el reto está en hacerlo accesible para todos los pacientes que lo necesiten.