En los últimos años están apareciendo en los medios de comunicación descubrimientos de nuevos restos romanos en Madrid. Por ejemplo los hallados en la Casa de Campo y los de bajo el terreno donde se encontraba la antigua prisión de Carabanchel, ambos en 2019. En este último descubrimiento algunos medios hablaban de una gran ciudad.
Los historiadores conocían muy bien el paso de Roma por La Villa, hasta sabían que había restos arqueológicos en estos barrios que han sido noticia, por muestras rescatadas anteriormente.
Cuando los historiadores hablaban de grandes ciudades cercanas a Madrid, nos teníamos que trasladar hasta Complutum la actual Alcalá de Henares, para ver restos de gran importancia. Si se demuestra que bajo la prisión se encontraba una gran ciudad, lo mismo estamos hablando de la mítica «Ursuria» de la que hablaban algunos cronistas.
Por la sierra diferentes calzadas romanas la atraviesan comunicando diferentes puntos. Por ejemplo, la Calzada de la Fuenfria comunicaría con la Sierra de Guadarrama, Segovia con Toledo…
No obstante, lo que más llama la atención en esta Sierra Mágica es un antiguo culto que se esconde en la población de Cenicientos, conservándose en forma de altar tallado en una enorme piedra. Siendo este lugar según los expertos y estudiosos un altar dedicado a la Diosa Diana, y que luego otras costumbres posteriores con la cristianización, dieron vida a otras tradiciones encubiertas en este ancestral culto que ha durado hasta nuestros días.
Desde hace ya muchos años se sabe que esta enorme roca de nueve metros de alto, por siete de ancho en su base, fue esculpida por romanos creyentes en la diosa Diana, diosa virgen de la caza y con una historia mitológica sorprendente.
¿Quién era Diana?
La Diosa Diana según la mitología nace poco antes que su hermano mellizo Apolo en la isla de Ortigia. Diana fue engendrada por Júpiter y Latona. Durante su nacimiento, fue consciente de los dolores que estaba padeciendo su madre con el parto, y cogió tanto miedo a mantener relaciones sexuales con hombres y al matrimonio, que le pidió a su padre el don de la virginidad perpetua, como años antes había solicitado su hermana Minerva.
Jupiter se lo concedió y le otorgó un arco y unas flechas y ser la diosa de los bosques y las bestias. La rodeó de bellas ninfas que tenían que guardar voto de castidad y le dio el don de la transformación pudiendo cambiar de forma.
Diana era cruel con todo ser viviente que se ganara su cólera y no dudaba en destruir todo rastro de vida ya fuera por despecho o venganza, lanzando todo tipo de catástrofes y enfermedades. Como ejemplo lo que le ocurrió al bueno del Pastor Acteón, que por ver a la diosa bañándose desnuda junto a sus bellas ninfas y ser descubierto, fue transformado en un gran ciervo y cazado por sus más fieros perros.