Desde 1872 tenemos esta gran construcción en Madrid que se construyó para comunicar la Iglesia de San Francisco el Grande con el Palacio Real uniéndolos por la Calle Bailen, y así evitar el gran desnivel que se producía en la vaguada del final de la Calle Segovia.
Este lugar desde los principios de su construcción ya estuvo marcado por la tragedia, ya que durante sus obras hubo algún accidente mortal. En sus orígenes, su estructura se hizo totalmente metálica, y ya entonces muchas personas desesperadas comenzaron a darle otro uso, en esos años del siglo XIX.
Los suicidios comenzaron a tomar páginas en las crónicas de ese siglo, ya entonces intentaron evitarlo poniendo una malla, para que la gente no saltara, pero aun así se produjeron suicidios. Las leyendas de fantasmas vagando por los alrededores se oían comentar por los entornos, gente atormentada, lamentos, llantos.
En los años treinta del siglo XX, comenzaron los proyectos de la reforma del viaducto, de todas las que se presentaron al final se decidieron por la del Arquitecto Ferrero Llusiá, que es la forma con la que podemos ver actualmente el Viaducto.
Los suicidios nos han ido acompañando a lo largo de los años y los accidentes en el puente, por imprudencia, por estar ebrio, o por estar con una gran depresión, han provocado tristemente que este lugar de la calle Bailen esté marcado con la crónica más negra de la capital.
Las noticias han sido abundantes, en las hemerotecas digitales se pueden comprobar accidentes, suicidios, homicidios etc. En los años 90 fue un porcentaje bastante alto el de los distintos accidentes producidos en este lugar marcado por la muerte y la tragedia.
Algunos de los titulares de la época informaban con este tipo de noticias: "Dos jóvenes perdieron anoche la vida al caerse desde el Viaducto de la calle de Segovia, en el distrito Centro. Según los testigos, una de las chicas pretendía suicidarse y la otra víctima fue arrastrada al vacío al querer frustrar esos intentos."
En octubre del año 98 el Ayuntamiento de Madrid puso un plan para intentar evitar estos sucesos e instalaron unas pantallas transparentes de seguridad, pero aun así los desesperados y temerarios, han podido seguir consiguiendo sus propósitos.
El 15 de Octubre del 2001 otra vez las crónicas negras sacaron el famoso viaducto. Álvaro Burgos Goizueta de 21 años falleció en un accidente rodando la película Canícula, dando la casualidad que rodaba una escena como especialista, en la que uno de los chicos se suicidaba. La cuerda que le sujetaba para simular la caída era demasiado larga y el chico se estrelló contra el suelo. Varias irregularidades se encontraron en el suceso y la jueza imputo a cuatro personas.
Aun hoy en día, las leyendas del puente siguen en pie, aparte de los espectros de carne y hueso que habitan entre sus anchos muros, también las leyendas de espíritus siguen en boca de la gente del barrio.