El Reino Unido ha vivido una jornada marcada por la solemnidad y la historia con la despedida de la duquesa de Kent. La ceremonia reunió a miembros de la familia real y a personalidades vinculadas a sus causas sociales. Westminster Cathedral se convirtió en el escenario central de una cita que no dejó indiferente a nadie.
La ausencia de la reina Camila, unida a la presencia de rostros inesperados, atrajo la atención de los asistentes y de la prensa. Las emociones se mezclaron con el protocolo en un acto que, más allá del adiós, dejó gestos que ya forman parte de la crónica social. Entre ellos, uno protagonizado por Kate Middleton y el rey Carlos III.

Una despedida histórica en Westminster
El funeral de Katharine, duquesa de Kent, supuso un hecho sin precedentes en la historia reciente de la monarquía británica. Por primera vez en décadas, un monarca reinante acudía a una misa católica en suelo británico. La ceremonia fue presidida por el cardenal Vincent Nichols y reunió a buena parte de los Windsor.
El féretro de la duquesa, fallecida a los 92 años, fue trasladado desde Kensington hasta la catedral católica. Durante la víspera, el cuerpo descansó en la Capilla de la Virgen María, cumpliendo así con el deseo de la difunta. Su fe católica, asumida tras su conversión en 1994, marcó el ritmo de los actos.
Entre los asistentes estuvieron el rey Carlos III, el príncipe Guillermo, la princesa Ana y Kate Middleton. También sorprendió la aparición del príncipe Andrés junto a Sarah Ferguson, pese a la polémica que aún rodea su figura. La cita, en cambio, no contó con la reina Camila, aquejada de una sinusitis aguda.

El gesto entre Kate Middleton y Carlos III
En medio de la solemnidad del acto, la princesa de Gales protagonizó un momento inesperado. Durante el encuentro con el rey, Kate Middleton tuvo un gesto de afecto hacia su suegro que no pasó desapercibido. El beso que le dedicó reflejaba respeto, cariño y la cercanía entre ambos.
El gesto, captado por las cámaras, se convirtió en una de las imágenes más comentadas de la jornada. En un entorno marcado por la rigidez del protocolo, la espontaneidad de la princesa aportó una nota humana. Para muchos, la escena simbolizó la unidad de la familia en tiempos complejos.
La reacción del rey Carlos III también fue destacada, al recibir con naturalidad el gesto de su nuera. Las crónicas británicas coinciden en señalar que la relación entre ambos atraviesa un momento de gran sintonía. En contraste con otros episodios familiares, este detalle transmitió estabilidad y cercanía.
El simbolismo de la ceremonia para la monarquía
Más allá de lo anecdótico, el funeral puso en valor el papel histórico de la duquesa de Kent. Su conversión al catolicismo en los años noventa fue vista como un gesto valiente en un entorno fuertemente ligado a la Iglesia de Inglaterra. Su despedida, en la catedral católica, reafirmó ese legado personal.
La presencia de figuras clave de la realeza reforzó la importancia del acto para la institución. La ausencia de Camila, justificada por motivos de salud, no empañó el mensaje de unidad que se quiso transmitir. La imagen de los Windsor juntos en un momento así buscaba proyectar solidez ante la opinión pública.
El gesto entre Kate y Carlos III se suma a este contexto como un símbolo de continuidad. La monarquía, que ha vivido turbulencias recientes, encuentra en estas imágenes una oportunidad para reforzar la cercanía con la sociedad. Westminster, una vez más, fue escenario de historia y tradición.

