La familia real británica ha sido siempre un símbolo de historia, tradición y, en muchos casos, lujo. Sin embargo, uno de los aspectos más fascinantes y menos conocidos de la monarquía es el considerable patrimonio que acumulan sus miembros.
Un reciente análisis ha desvelado el origen de una riqueza que se extiende por más de 180.000 acres en Inglaterra y Gales. Esta fortuna no solo está relacionada con los ingresos derivados de tierras y propiedades, sino con un modelo económico heredado de siglos atrás.
Esta es la fortuna del rey Carlos III y el príncipe Guillermo
Los ducados de Lancaster y Cornualles, que han sido posesiones de la familia real desde los tiempos medievales, representan el núcleo de esta fortuna. Aunque parte de estas propiedades fueron adquiridas tras la conquista normanda.
Hoy, los ingresos de los ducados provienen de una gran variedad de fuentes. Desde alquileres comerciales, hasta propiedades más inusuales, como aparcamientos, minas o incluso una prisión.
Los acuerdos más sorprendentes son aquellos que han permitido que organismos públicos, como el Servicio Nacional de Salud (NHS) o el Ministerio de Justicia, arrenden propiedades de la familia real. Generando rentas que contribuyen a la creciente riqueza de la corona.
Además, tanto Carlos como Guillermo han demostrado un compromiso con causas sociales a través de la cesión de parte de estas propiedades a organizaciones benéficas. Instituciones como Macmillan Cancer Support se benefician del alquiler de locales en propiedades valiosas.
¿Carlos III y el príncipe Guillermo pagan impuestos?
Lo que llama la atención es el hecho de que tanto Carlos como Guillermo están exentos de pagar impuestos sobre los ingresos obtenidos de ellos. Pero ambos han optado por pagar la tasa más alta de impuestos, como una forma de mostrar su apoyo a las causas públicas.
El sistema económico que sustenta esta fortuna, aunque controversial para algunos, ha sido efectivo y se ha mantenido a lo largo de generaciones. Los ingresos obtenidos de las propiedades reales financian una gran parte de los gastos institucionales de la monarquía.
Mientras tanto, el sistema de "bona vacantia", que permite a Guillermo reclamar propiedades sin herederos, ha jugado un papel clave. Permitiéndole también hacer generosas donaciones a organizaciones benéficas.
Así, la familia real británica sigue demostrando una notable capacidad para gestionar sus activos. La estrategia económica que ha seguido la Casa Real ha garantizado que tanto la monarquía como el pueblo británico sigan beneficiándose de una fortuna histórica.