Charlene de Mónaco ha dejado a más de uno sin palabras con la última norma que ha puesto en marcha y que afecta de forma directa a su hijo Jacques. Y es que, en un intento de que comience a familiarizarse con su futura labor dentro del principado, ha decidido asignarle una nueva tarea.
No hay duda de que en Mónaco, donde el estilo, las normas y el protocolo son parte esencial de la vida pública, existen momentos que logran romper con esa solemnidad. Uno de ellos es la fuerte conexión que existe entre la princesa y sus dos hijos, Jacques y Gabriella.

Prueba de ello son las publicaciones que la familia principesca comparte en las redes sociales. Instantáneas que muestran algunos de los momentos más íntimos de Charlene de Mónaco y su familia.
Sin embargo, al margen de estos entrañables momentos, la mujer del príncipe Alberto es consciente de la importancia que tiene enseñarle a sus hijos cómo desenvolverse en público. Sobre todo en el caso de Jacques, ya que en un futuro heredará el título de su padre.

Cuando llegue ese momento, Jacques deberá estar debidamente preparado para tratar con el pueblo de Mónaco. Por eso, Charlene de Mónaco acaba de implantar una nueva norma en la formación del heredero del principado: deberá posar en las fotos para que vaya cogiendo práctica.
Charlene de Mónaco le impone una nueva norma a su hijo Jacques
Tal y como ha trascendido, la princesa Charlene de Mónaco ha decidido dar un paso más en la preparación de su hijo Jacques como futuro líder del Principado. La esposa del príncipe Alberto considera fundamental que el pequeño comience a asumir responsabilidades públicas desde temprana edad.
Por ello, pese al carácter tímido del menor, ha impuesto una nueva norma que marca un antes y un después en su papel institucional. A partir de ahora, Jacques deberá posar en las fotografías oficiales, incluso en eventos informales.

Esta medida tiene como objetivo que el heredero vaya desarrollando empatía y cercanía con el pueblo monegasco. Y es que Charlene de Mónaco cree que, para poder reinar algún día, el príncipe debe aprender a mostrarse accesible y natural ante la cámara.
Aunque pueda parecer un simple gesto, para la familia Grimaldi se trata de un movimiento estratégico dentro del proceso de formación del joven príncipe. Con tan solo diez años, Jacques empieza a aparecer con más frecuencia en actos junto a sus padres, lo que refleja una mayor exposición mediática.
Charlene de Mónaco, muy consciente del escrutinio público que rodea a la monarquía monegasca, quiere que su hijo crezca entendiendo el valor de la imagen y la conexión con los ciudadanos.
Una medida que, según parece, también ha implantado en la pequeña Gabriella, aunque eso sí, con menor intensidad. Y es que, mientras que Jacques algún día será el soberano de Mónaco, ella desempeñará un papel inferior dentro de la institución.