El rey Carlos III de cabello canoso con expresión seria frente al Palacio de Buckingham y una sirena de alerta roja dibujada en la esquina superior derecha

Giro de 180º en la Casa Real británica tras la mentira que ha contado el rey Carlos

Una última hora sobre el rey Carlos III dinamita por completo la estabilidad de la Casa Real británica

Poco más de dos años han sido suficientes para que la Casa Real británica confirme la mentira del rey Carlos III y su verdadera cara. La monarquía británica siempre se ha caracterizado por su solemnidad y su exigente protocolo. Carlos, al ser coronado, prometió ciertos cambios de los que ahora se ha descubierto toda la verdad.

Como consecuencia, la imagen del soberano y de la Casa Real en general ha cambiado de manera notable. Así lo han confirmado desde el mismo palacio desvelando qué ambiente se respira por sus pasillos.

Hombre mayor de cabello canoso y traje a rayas posando al aire libre
El rey Carlos III ha quedado retratado | Europa Press

La Casa Real desvela la verdadera cara del rey Carlos III

La imagen pública del rey Carlos III se ha construido cuidadosamente a lo largo de los años dentro de la Casa Real. Se ha presentado como un rey cercano, comprometido con el medio ambiente y con una profunda preocupación por sus súbditos. Sin embargo, más allá de las sonrisas y los gestos amables, surgen relatos que cuestionan esta imagen idealizada.

En la Casa Real británica se acaba de hacer pública la gran mentira del rey Carlos III: tiene muy mal carácter. Tras la muerte de Isabel II las expectativas eran altas, se esperaba un reinado marcado por la modernización y una mayor cercanía con la ciudadanía. Así lo trasladó el mismo Carlos, calificándose como un rey moderno, cercano y, amable con sus empleados.

Un hombre mayor con traje azul y bastón está de pie en una habitación decorada con plantas y cuadros.
Carlos no es el rey humilde y bueno que dijo que sería | Europa Press

Ahora eso se ha confirmado como el gran engaño del rey, quien es lo contrario al hombre humilde y justo que se esperaba de él. Un ejemplo de ello son las quejas de algunos empleados de Highgrove, su residencia privada. Se habla de un trato exigente y poco considerado hacia el personal.

Tanto es así que, tal y como publica Vanity Fair, una gran mayoría de sus empleados han decidido marcharse. Los jardineros, por ejemplo, son los que más experiencias negativas acumulan con el rey Carlos III. “Aparta a ese hombre de mi vista”, llegó a exclamar Carlos tras ver que uno de sus empleados desconocía el nombre de una flor.

Los testimonios describen a Carlos como un jefe impaciente, meticuloso hasta el ahogo y malhumorado. También cuentan que es propenso a explosiones de enfado cuando detecta mínimos errores tanto botánicos o como de protocolo. En definitiva, una imagen muy alejada de la que el rey trasladó tras ser coronado.

El rey Carlos III desata el caos en la Casa Real

La situación entre los empleados ha llegado hasta tal extremo, que se recomendó apoyo de salud mental. Resulta irónico que Highgrove se comercialice como santuario de bienestar y armonía medioambiental mientras sus trabajadores hablan de desgaste psicológico. Todo ello por las continuas exigencias y enfados constantes de Carlos III.

El carácter impaciente no se limita a testimonios internos de la Casa Real. También se ha visto en actos televisados durante los días más solemnes de su acceso al trono. Como cuando durante el Consejo de Adhesión gesticuló irritado para que retiraran un estuche de plumas que le estorbaba firmar documentos históricos.

Pareja vestida de manera elegante en un carruaje durante un evento oficial él lleva uniforme militar y ella un sombrero blanco
Las manías y exigencias de Carlos III desatan el caos en la Casa Real | Instagram, @theroyalfamily

Pocos días después, en Hillsborough Castle, una pluma que goteaba provocó exclamaciones exasperadas: “no soporto esta maldita cosa”, recogieron las cámaras. La escena se volvió viral y reforzó la impresión de un temperamento corto ante contratiempos menores.

Tom Bower, uno de los biógrafos no autorizados de la Casa Real británica, lo ha retratado como vanidoso, frío y desconectado con su discurso compasivo. A esto hay que sumarle sus manías dentro de palacio que generan un caos constante en la Casa Real. Lejos de ser ese humilde rey que afirmó que sería, estamos ante un Carlos que requiere cojines para el inodoro y cambios constantes de vestuario.