El Principado de Mónaco atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia reciente. Lo que hasta hace poco eran rumores o filtraciones sin verificar, ha acabado por confirmarse. Charlene y el príncipe Alberto están en el centro de un escándalo financiero con pruebas y declaraciones oficiales que han sacudido la estabilidad del país.
La imagen de Alberto y Charlene se está viendo gravemente perjudicada. Los ciudadanos monegascos ahora muestran su incredulidad y desconcierto ante unas revelaciones que pocos esperaban. El conocido como 'asunto Claude Palmero' ha removido los cimientos del palacio y amenaza con derivar en consecuencias legales e institucionales.

El caso Claude Palmero: 20 años de secretos de Charlene y el príncipe Alberto al descubierto
El epicentro de este terremoto mediático tiene nombre y apellido: Claude Palmero. Este hombre fue durante dos décadas el administrador de las finanzas del príncipe Alberto, encargado de gestionar su patrimonio y supervisar las cuentas del palacio. Sin embargo, ahora es el principal denunciante de un supuesto entramado financiero que involucra directamente tanto al jefe del Estado como a Charlene.
Según ha publicado la revista Mujer Hoy, el contable ha declarado hechos ante la policía que resultan comprometidos y de los que tiene pruebas. Él ha asegurado que el príncipe quería “que hubiera el menor rastro de papeles posible y que su patrimonio fuera opaco”. Una afirmación que pone en duda la transparencia de los movimientos financieros de la familia real.
Pero no queda ahí la cosa, pues en su testimonio, también ha confesado que Alberto le pidió en 2017 que le encontrara un piso de soltero, fuera del control oficial. Y que no figurara a su nombre, con el objetivo de evitar cualquier sospecha, especialmente de su esposa. Un detalle que, más allá de lo económico, ha generado muchas preguntas sobre el entorno íntimo del soberano.
Por si fuera poco, Palmero también ha apuntado directamente a la princesa Charlene, a quien acusa de haber despilfarrado grandes sumas de dinero público. Según sus cálculos, ella habría gastado aproximadamente 15.000.000 € en un periodo de apenas ocho años. Todo ello, pese a que su asignación anual es oficialmente de 1.500.000 €.

Entre los gastos que se le atribuyen figuran una lujosa renovación de su despacho en Montecarlo, la restauración de una villa, y transferencias económicas enviadas a su familia en Sudáfrica. En un país como Mónaco, estos datos han causado indignación entre los ciudadanos y están generando un deterioro evidente en la imagen de la pareja.
Charlene y el príncipe Alberto reaccionan, pero la presión aumenta
Ante la magnitud del escándalo, el príncipe Alberto no ha tardado en mover ficha. Este ha presentado una denuncia contra Claude Palmero por violación del secreto profesional, así como por invasión de la vida privada y familiar. Con ello intenta frenar la oleada de titulares y cuestionamientos que inundan los medios europeos.
Sin embargo, esta reacción no ha logrado contener el creciente malestar. Muchos interpretan el paso legal de aquel como una maniobra defensiva ante las acusaciones. Sí, en lugar de ser una respuesta contundente y transparente que despeje dudas sobre la gestión económica del principado.

El daño reputacional ya está hecho. La pareja monegasca está viendo cómo su credibilidad cae en picado. Y las redes sociales hierven con críticas, memes e incluso teorías sobre lo que podría haber detrás de tantas maniobras financieras opacas.
Pero lo más grave podría estar por llegar. Y es que la propia Comisión Europea ha anunciado su intención de incluir a Mónaco en la lista negra de países que no cumplen los requisitos en la lucha contra el blanqueo de capitales. Un gesto que tendría implicaciones diplomáticas, fiscales y reputacionales de gran envergadura para el pequeño estado.
Esta decisión podría afectar los acuerdos fiscales que aquel mantiene con varios países miembros de la UE. E incluso impactar en sectores clave de su economía, como la banca privada, la inversión inmobiliaria o el turismo de lujo.
Mientras tanto, la opinión pública se divide. Algunos defienden que se trata de una campaña de desprestigio contra la familia real. Otros exigen explicaciones más claras, auditorías externas y una reestructuración completa del funcionamiento económico del palacio.
El futuro inmediato es incierto para los soberanos de Mónaco. Lo que es evidente es que el 'asunto Palmero' ha abierto una brecha entre la institución y el pueblo. Una brecha que solo podrá cerrarse con respuestas claras, decisiones firmes y una rendición de cuentas que hasta ahora ha brillado por su ausencia.