El otoño ha llegado con un regalo inesperado: los primeros paisajes nevados. Las temperaturas del inicio de la estación fueron más altas de lo habitual. Sin embargo, la entrada de aire frío tras un frente atlántico ha cambiado el panorama en las montañas del norte. El resultado ha sido una fina capa de nieve en varias cordilleras, un fenómeno que, aunque pasajero, anuncia que la temporada fría está cada vez más cerca.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha confirmado que el descenso térmico ha sido notable en zonas de alta montaña. En cotas superiores a los 1.600 metros se han registrado temperaturas negativas. Esa caída, unida a la humedad acumulada, ha dado paso a las primeras precipitaciones en forma de nieve. Aunque no se trata de un temporal importante, sí es un aviso claro del cambio de estación.

Pirineos (y no solo catalanes)
La mayor sorpresa ha llegado en los Pirineos de Lleida. En Baqueira Beret, una de las estaciones de esquí más conocidas del país, la nieve se ha dejado ver en sus laderas más altas. El blanco ha cubierto de forma irregular el paisaje, con más continuidad en las zonas sombrías. En el refugio de Certascan, a más de 2.200 metros, la estampa fue aún más invernal.
Las temperaturas han descendido hasta los −2,5 °C en cotas de 2.500 metros, según los registros de Boí. También se han medido valores negativos en Espot y en la Tosa d’Alp.
Con estas condiciones, la cota de nieve se situó entre 1.600 y 1.800 metros. En las solanas, la nieve se derritió con rapidez al mediodía. En las umbrías, en cambio, permaneció varias horas, dejando una imagen muy otoñal.

El fenómeno también se ha visto en el pequeño país pirenaico. En Ordino Arcalís, uno de los puntos de referencia para el esquí en Andorra, la nieve llegó a teñir de blanco las cumbres. Aunque la nevada fue débil y discontinua, marcó el inicio de la cuenta atrás para la temporada de invierno.
Los termómetros descendieron hasta los −1,5 °C en las zonas más altas. El viento reforzó la sensación de frío. A primera hora de la mañana, las cámaras de montaña mostraban una capa irregular de nieve. En cuanto salió el sol, buena parte de ella se fundió, aunque todavía quedaban restos visibles en laderas y pistas de altura.
Picos de Europa
Más al oeste, también hubo sorpresa en los Picos de Europa. Allí, los copos fueron menos abundantes, pero suficientes para que las cumbres amanecieran con un aspecto diferente. En este caso la cota fue algo más alta, cercana a los 2.000 metros. La nieve cayó de forma débil y solo en las zonas más elevadas, pero dejó imágenes llamativas en contraste con los bosques otoñales del entorno.

