La crisis institucional que sacude el Principado ha estallado finalmente. La Casa Real de Mónaco ha confirmado que la princesa Carolina podría estar en posición de reclamar un rol más activo en la dinastía Grimaldi. Lo ha hecho en un momento en el que la figura de Alberto de Mónaco ha quedado gravemente dañada por un escándalo de proporciones inéditas en el país.
En los últimos días, el nombre del príncipe Alberto ha estado ligado a una compleja red de acusaciones. El conocido como 'Monacogate', bautizado así por la prensa europea, ha cobrado fuerza tras las declaraciones de Claude Palmero, su antiguo gestor financiero. Palmero ha presentado pruebas y testimonios que implican directamente al soberano en maniobras económicas opacas y dudosas.

La Casa Real ha tomado una decisión inusual: no silenciar la polémica. Ha optado por confirmar que Carolina ha manifestado su disposición a asumir responsabilidades que, según ella, le corresponderían por nacimiento. Aunque no se ha hablado de abdicación, se ha dado a entender que su figura gana peso político y simbólico dentro de la familia.
La princesa Carolina reclama su lugar en la Casa Real de Mónaco en plena tormenta institucional
Este giro institucional se produce en un contexto particularmente sensible. La prensa francesa y monegasca ha revelado documentos internos que apuntan a una gestión financiera poco transparente por parte del príncipe Alberto. Entre las acusaciones destacan pagos sin justificación, propiedades registradas a nombre de terceros y un estilo de vida desproporcionado.
Claude Palmero, en sus testimonios, ha asegurado que el propio Alberto le pidió evitar cualquier rastro escrito de sus movimientos económicos. También ha revelado que algunas propiedades, como un apartamento en Londres para la madre de uno de sus hijos, fueron ocultadas intencionadamente. Estas afirmaciones han generado un profundo malestar en la opinión pública y en el seno de la familia Grimaldi.

La respuesta de Carolina no se ha hecho esperar. Según fuentes cercanas, la aristócrata ha considerado que la situación "justifica una revisión del liderazgo familiar".
Para muchos, esta declaración velada es el primer paso hacia un cambio histórico en la jefatura del principado. El hecho de que Carolina sea la primogénita refuerza sus argumentos, sobre todo ahora que la imagen de su hermano está tan deteriorada.
Revuelo en la Casa Real de Mónaco: la princesa Carolina podría ganar poder ante el desgaste de su hermano
Desde hace años, Carolina ha mantenido un perfil diplomático y discreto. Sin embargo, ha intervenido puntualmente en actos oficiales cuando la ausencia de Alberto o Charlene lo ha requerido. Ahora, su figura emerge como un símbolo de estabilidad frente al caos que rodea a la Casa Real, lo que muchos interpretan como algo calculado.
El entorno de Charlene de Mónaco tampoco ha salido ileso de la controversia. Informes publicados por Le Monde han señalado que sus gastos superan con creces la dotación asignada, lo que ha añadido más leña al fuego. Las cuentas también apuntan a asignaciones cuestionables para los hijos mayores del príncipe, así como posibles inversiones inmobiliarias impulsadas por Estefanía de Mónaco.

La gravedad del caso ha obligado incluso a intervenir a asesores financieros externos. Uno de estos equipos ha alertado de un posible vacío en la trazabilidad del patrimonio del príncipe en caso de fallecimiento. Esta advertencia ha sido interpretada como otra señal del desorden financiero en la Casa Real, un escenario que favorece la figura de Carolina.
Los expertos aseguran que estamos ante un momento bisagra en la historia moderna de Mónaco. Nunca un escándalo financiero había sacudido tanto a la institución, ni una mujer había estado tan cerca de cambiar el equilibrio de poder. Por ello, el comunicado de la Casa Real ha dejado claro que Carolina asumirá un rol más activo en el Principado.