Orange vuelve a estar en el centro de atención, y no precisamente por una buena noticia. Lo ocurrido hace unas semanas en su filial de Bélgica ha encendido todas las alarmas. El motivo es un grave fallo de ciberseguridad que ha dejado a más de 850.000 usuarios expuestos, y ahora muchos clientes en España temen ser los siguientes.
Al parecer, unos atacantes accedieron a uno de sus sistemas internos, donde se almacenaban datos sensibles de sus clientes. En un primer momento la información era confusa. Pero más tarde se supo que entre los datos comprometidos se encontraban nombres, apellidos, números de teléfono, tarjetas SIM, códigos PUK y detalles sobre planes.
Aunque la compañía asegura que no se han filtrado datos bancarios ni contraseñas, la preocupación sigue creciendo. Muchos usuarios temen que con esa información los delincuentes puedan lanzar campañas de phishing o suplantación de identidad. Algo que ya ha ocurrido en otras ocasiones con otras compañías.

Orange tomó medidas de inmediato
En su comunicado oficial, Orange explicó que en cuanto se detectó la intrusión, el equipo de seguridad actuó de inmediato. Sobre todo para bloquear el sistema afectado y reforzar las medidas de protección. Además, notificaron a las autoridades belgas y presentaron una denuncia formal.
La empresa se ha comprometido también a avisar individualmente a todos los afectados, ya sea por correo electrónico o mensaje SMS. Lo que inquieta ahora es la posibilidad de que estos ciberataques se repitan en otros países, incluida España, donde Orange cuenta con millones de clientes. Aunque por ahora se habla de un caso aislado, no es la primera vez que la compañía sufre este tipo de incidentes.
En febrero de este mismo año, un hacker afirmaba haber robado más de 600.000 registros de usuarios. Incluyendo correos electrónicos, facturas, contratos y documentos internos confidenciales.
Además, a finales de julio también se reportó otro ataque a uno de los sistemas de Orange que afectó a sus operaciones en Europa y África. Aunque aparentemente sin relación directa con el caso belga. Todo esto ha generado un ambiente de desconfianza creciente entre los usuarios, especialmente ahora que los datos digitales son cada vez más valiosos.

El operador pide ayuda a los usuarios
La compañía ha declarado que está haciendo todo lo posible por reforzar su infraestructura de ciberseguridad. Pero también ha pedido colaboración a los usuarios. Recomiendan estar atentos a mensajes extraños, no compartir información personal por medios no verificados y ante cualquier duda contactar con atención al cliente.
En un momento donde la seguridad digital es clave, incidentes como este dejan claro que ninguna empresa está completamente a salvo. Lo sucedido con Orange en Bélgica es un aviso serio, no solo para sus clientes, sino para toda la industria de las telecomunicaciones. La ciberseguridad no puede tomarse a la ligera, y ahora más que nunca, tanto compañías como usuarios deben estar alerta.